"daños de una tormenta"

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Capitulo 5

Toda la noche pasó con fuertes vientos, lluvia y relámpagos. en la mañana los estragos de la tormenta era inminente, tome algunas latas de comida, ropa y cobija, Meredith y yo lo donaremos a los afectados.

- deberías comprarte un auto

- me gusta caminar, no necesito un auto, vivimos en un pueblo pequeño las cosas no quedan tan lejos

- tienes razón _ sonrió

Llegamos a la iglesia, ahí estarían todos los afectados, la tormenta dejó a muchos sin hogar, era triste ver a muchos conocidos así. Dejemos las cosas en una mesa, mire a Callie sentada en una banqueta miraba a lo lejos, fui hasta donde estaba, me senté a su lado

- lo siento mucho _ mencioné muy bajito

- no tienes porque sentirlo, era una casa muy Vieja _ no desvío su vista ni por un instante

- las puertas de mi casa están abiertas para ti, debe ser muy incómodo dormir en una banqueta

- gracias pero no aceptaré _ quería apartarme, dejarlo así pero no pude

- vámonos de aquí y es una orden vienés conmigo quieras o no _ mencioné de manera autoritaria, en ese momento sus ojos me pusieron atención, sus ojos estaban rojos y cristalinos, su rostro con algunas cortaduras, su peló húmedo y alborotado, se abalanzó en mis brazos no dude en abrazarla

- vengo aquí y todo se derrumba, la casa... La casa  era todo lo que me quedaba de ella _ lloraba en mis hombros, la abrazaba tratando de reconfortar

- todo estará bien, tranquila _ se apartó de mí y limpio sus lágrimas, tomó algunas bolsa que estaba a su lado

- vámonos de aquí _ salimos de la iglesia junto a Meredith la cuál no entendía nada, al llegar a mi casa callie examinaba el lugar parecía que buscaba algo

- ¿Pasa algo? _ preguntó Meredith

-¿ dónde está el esposo de Arizona?

- viajé de trabajo, viene en 6 meses así que no te preocupes por eso ¿Quieren algo de comer? _ pregunté para desviar el tema

- sí, por favor _ dijo Meredith, miré a callie en busca de respuesta pero esta no dijo nada, caminé hacia la cocina y Meredith me siguió

- estás loca, cómo se te ocurre meterla en tu casa ¿Acaso  todavía te gusta?

- No, solo quiero ayudarla, su situación no es la mejor, su abuela murió hace un mes, no tiene a nadie aquí, así que esto  es lo que haces por una compañera de trabajo

- ella no es solo una compañera de trabajo, es tu amor de juventud ¿ Acaso quieres que esos sentimientos vuelvan a flote?

- soy consciente de que fue mi amor hace un tiempo, enterré esos sentimientos, no siento nada por ella

- ¿Pero te afectó cuando supiste que la verías a diario?

- ya no _ rápidamente prepare omelette de queso, con jugo de naranja, lo serví en la mesa y las tres nos sentamos a desayunar en silencio un silencio aburrido que calcomanía mis entrañas

Al terminar callie se ofreció a lavar los platos, a lo cual no accedí, la llevé al cuartos de invitados

- no es lo suficientemente grande pero tiene un baño con agua caliente, una cama cómoda, sábanas y toallas limpias, puedes quedarte el tiempo que quieras.

- gracias _ la dejé para que se acomodara

A la mañana siguiente, ayudamos a algunos vecinos a recoger los peldaños de sus casas. Algunos se ofrecieron a ayudar a construir, otros aportaron con comida o ropa, todos los vecinos solidarios y empáticos ante la situación

Agotada me senté en sofá, callie salió de la habitación, me dedico una mirada corta y siguió su caminó hacia la cocina, volvió con dos copas de vino, la miré frunciendo el ceño

– no tengo vino aquí _ esta me miró apenada

– lo rescaté de la casa de la abuela ¿ Te molesta? _ negué

– no hay problema _ tomé la copa, sólo sería esa me dije a mi misma, cosa que no cumplí, callie y yo nos bebimos la botella completa recordando viejos tiempos

Sentadas en el suelo, riéndonos por lo ebrias que estábamos, me quedé en silencio y está me miró

– ¿Pasa algo?

-espérame aquí _ corrí por las escalera hasta llegar a mi habitación, llegué a mi mesita de noche y saqué aquel libro rojo, que guardaba desde antes de su partida, volví a bajar ya más calmada – ¿recuerdas ésto?

– imposible olvidar mi libreta de poemas _ se la pasé, callie la miraba como un tesoro perdido, sonreía alegre

– léeme un poema, como antes _ su rostro se tornó serio, después de unos minutos en silencio asintió

-bien _ ojeaba el libro buscando un poema, hasta que por fin se detuvo en una página

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