Prólogo

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Años antes.

6 años de edad.

Una niña lloraba desconsoladamente en los brazos de su progenitor.

Su llanto se debía a que afuera el cielo parecía carse, y ella le temía a las tormentas como a nada en el mundo.

Su padre la arrullaba cantándole una canción, tratando de tranquilizarla. Pero parecía imposible que la niña se calmara.

Unas horas antes la madre de la niña había salido de ese humilde hogar como alma que lleva al diablo, sin importarle que su hija tan pequeña añoraba su regreso. El llanto de la niña no solo se debía a la fuerte lluvia que caía sobre el lugar si no que su madre no había regresado y eso la preocupaba sobremanera.

—Ya mi niña, no llores más —El padre siguió arrullándola, pero no funcionaba

—Mi mami, quiero que mi mamá regrese — Sollozó la niña.

—Mamá vendrá pronto cariño, tienes que calmarte.

Germán Calle quería creer en las palabras que salían de su boca, pero lo cierto era que no tenía idea si su esposa regresaría. Nunca entendió porque se enamoró de esa mujer, pero la madre de su hija lo atrapó con solo una mirada.

Germán no se arrepentía de haberse casado con ella, ni mucho menos de la hija maravillosa que habían engendrado, a pesar de que su esposa la había rechazado en el primer instante que supo de su condición. De lo que se arrepentía era de no haber aceptado la ayuda de sus hermanos e irse con ellos. Pero lamentablemente se daría cuenta muy tarde.

Las horas pasaron y la niña ya se había calmado así como la tormenta, Germán salió de la habitación de su hija, dejándola profundamente dormida. O eso creía.

Bajó las escaleras y encaminó sus pasos a la pequeña estancia de la casa, y allí, sentada en uno de los pequeños muebles se encontraba sentada María Fernanda, su esposa y madre su hija, fumándose un tabaco de marihuana.

Germán se acercó sigilosamente a ella.

—Mafe, qué estás haciendo, sabes que eso es perjudicial para la salud —Le reclamó.

La mujer lo ignoró y siguió fumando de su tabaco.

—María Fernanda te estoy hablando —Insistió el hombre, pero la mujer solo estaba concentrada en su tabaco y nada más.

—¿Dónde está Daniela? —Preguntó luego de unos segundos.

—Está en su cuarto durmiendo —Respondió Germán —Se cansó de esperarte, ¿Se puede saber dónde demonios estabas?

La mujer se puso de pie delante de su esposo.

—Voy a despertarla porque me la voy a llevar.

Germán frunció el ceño.

—De qué mierda estás hablando. ¡Tú a mí hija no la sacas de esta casa. Si te quieres largar hazlo sola, pero a mi hija no te la llevas!

—¡No es tu hija, Germán ¿Eso querías escuchar?!

—¡Por supuesto que es mi hija y no voy a creer en todas las barrabasadas que digas!

Insufrible Amor [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora