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[ 𔘓 ]
En su rincón del salón de baile, Vernon Chwe todavía estaba ganando tiempo con Kim Namjoon y sus estúpidos samuráis. El lechuguino europeo, Kim Taehyung, se acercaba a ellos con otro guardia más.
Namjoon los saludó.
—¿Los encontraste, Sung Hoon?
—Sí —respondió el samurái—. Hemos revisado las cámaras de seguridad. Estaban exactamente donde tú pensabas.
—¿Estás hablando de Jung Hoseok? —preguntó Vernon—. He visto a Min marcharse con el chico. ¿Esta es la forma de hacer las cosas del vampiro moderno? ¿Salir corriendo a esconderse cuando hay algún peligro?
Sung Hoon gruñó y se colocó delante de él.
—Déjame que le parta el asqueroso cuello de una vez por todas.
—Non —dijo Kim Taehyung. El europeo pijo apartó a Sung Hoon con su bastón y miró a Vernon con sus ojos azules como el hielo—. Cuando llegue el momento, lo quiero yo.
Vernon soltó un resoplido.
—¿Y qué vas a hacerme, Kim? ¿Un estilismo nuevo?
El europeo sonrió.
—Te aseguro que después, nadie te va a reconocer.
—¿Y el químico? —le preguntó Namjoon a Sung Hoon—. ¿Está a salvo?
—Sí. Soobin está con él.
—Si están hablando de Jeon Jungkook, tengo una noticia que darles—dijo Vernon—: Tiene los días contados.
Namjoon lo miró con indiferencia, y se giró hacia Sung Hoon con el reloj de Vernon.
—¿Y bien?
El samurái se encogió de hombros.
—Parece un reloj normal, pero no podemos estar seguros hasta que lo abramos.
—Entiendo —dijo Namjoon.
Entonces, dejó caer el reloj al suelo y lo pisó.
—¡Eh! —protestó Vernon, y se puso en pie de un salto.
Namjoon recogió el reloj roto y examinó el interior.
—A mí me parece bien. Un buen reloj —dijo, y se lo devolvió a Vernon con un brillo en los ojos.
—Imbécil —murmuró Chwe, y tiró el reloj al suelo.
—Espera un momento —dijo Sung Hoon, mirando a los alemanes—. Tienen a cuatro.
—Sí —dijo Namjoon—. Dijiste que había cuatro en la casa de Nansam.
—Sí, pero también había un conductor. ¿Dónde demonios está?
