U N O

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U N O

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Mi respiración estaba a mil. Podía ver toda la sangre derramada sobre la nieve.

Otro enfrentamiento estre manadas. Pero está vez no había sido cualquiera, había sido el enfrentamiento entré la manada de Lillith y la Austin. Y entré la manada de Lillith, estaba Jane.

La mayoría estaban tendidos en el suelo, cubiertos en sangre, y llenos de moretones y cortes. Era cómo estar en una escena caótica de una película de terror. Pero a mí me valía mierda éso. Solamente necesitaba saber si Jane estaba bien, por eso estoy aquí.

Caminé siguiendo el rastro de sangre, unos cuerpos por un lado, otros por otro lado. Ésto no había ido nada bien.

-Vamos Jane.... Dijiste que lo haríamos juntos..... No la cagues.... -tal vez solamente hablaba cómo si estuviera enojado para ocultar mi preocupación. Pero lamentablemente así soy.

Reconocí su cuerpo al instante, su cabello levemente ondulado estaba hecho un desorden y tenía heridas por todos lados. En pocas palabras, se estaba desangrando, y con la baja temperatura que había en ése momento, sería mejor que me apresurara antes de que le diera hipotermia.

-Vamos, no te vallas, aún no es el momento. Se supone que nos iríamos al infierno juntos.... -puse mi brazo abajo de sus rodillas y mi otro brazo en su espalda. Di un impulso y la cargué. Estaba helada.

Y ése es el problema con éstos momentos, siempre me desespero.

«No mueras.... por favor... No mueras, no puedes dejarme. No mueras, no mueras. No puedes dejarme»

Una y otra vez, cómo si fuera a funcionar. Pero es obviamente que repetir esas palabras una y otra vez en mi cabeza no movería al universo y harían que cambiará de opinión sobre el destino de Jane.

Se suponía que lo haríamos los dos.... juntos.... no podía dejarme.... no debía dejarme. Pero las promesas están a veces para romperse inevitablemente.

Empecé a caminar rápidamente hacía mi casa. Pero la nieve en el suelo hacía que se me dificultará caminar. Justo hoy tenía que haber una tormenta de nieve. En Asfil ésto no habría sucedido, éso está seguro. O al menos no lo de la tormenta de nieve.

* * * *

Abrí la puerta y la cerré de golpe, empecé a buscar cómo loco los botiquines, cosas para las heridas. Vendas, lo que fuera que la pudiera salvar. No me importó mucho en ése momento empezar a escuchar a la niña llorar.

Coloqué a Jane sobre el sillón y me apresuré a revisar su pulsó. Estaba disminuyendo, y bastante rápido.

-¡Vamos, carajo! -grite de rabia, golpeando la mesa mientras revolvía las cosas hasta que encontré el botiquín. Aún recordaba esas estupideces que enseñaban en la escuela primaria sobre el RCP. Pensé que ir a ésa prisión nunca me serviria para nada.

Busqué algunas mantas y la leña que había quedado y prendí la chimenea. Si no entraba en calor, su temperatura corporal bajaría y moriría por hipotermia.

Y aún el sonido estresante del llanto de la mocosa de fondo. Inevitablemente me irrita y desespera más. Pero eso no es lo primero ahora, ya tendría tiempo luego para quejarme.

Cubrí a Jane con unas mantas hasta abajo de la cintura, y luego levanté su remera, una gran herida y muy profunda recorria todos su abdomen. A juzgar por la forma, es la herida de un cuchillo.

Necesitaba cerrar éso, y ahora.

Busqué algo para coser la herida. Pero ¿Debía hacerlo sin anestesia? Mierda, ésto de ser médico es complicado.

Pero había otro problema. No sabía si la cortada también había dañado órganos internos, y si ése era el tema, estaba en grandes problemas.

Para cuándo había encontrado la aguja, ya era demasiado tarde. No tenía pulsó, su piel estaba completamente pálida y estaba cubierta en sangre.

Y cuándo lo noté empecé golpear la mesa. Todo lo que estaba a mi alrededor caía al suelo si llegaba a agarrarlo. El vidrio de los vasos desparramado por el suelo. Las sillas tiradas en cualquier lado. Cosas por acá cosas por allá.

Tenía ganas de gritar, gritar hasta que mi garganta sangrara y golpear algo hasta que mis puños estuvieran rojos..... No era justo.

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! -no podía de golpear la mesa. -¡Mentirosa! ¡Mentirosa! ¡Rompiste nuestra promesa! -pero esas palabras estaban de más. No me podía escuchar y no me escucharía.

No estaba enojado con ella.... estaba simplemente enojado con el mundo. Pero mis crueles palabras son solamente otra consecuencia de ser un Noveno.

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H E L L A - [Hija de un cazador] ||Basada en DAMIÁN||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora