Ángel salvador

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Abrió lentamente los ojos, sintiendo el pesar en los globos oculares, el ardor insoportable en su espalda había desaparecido y debajo suyo era bastante suave. No estaba en aquella oscura celda, eso era seguro.

Con dificultad se sentó en la cama, frotándose la cara para alejar todo rastro de sueño, miró hacia todos lados solo para notar lo grande y lujosa que era la habitación donde se emcontraba, pero de inmediato el miedo lo invadió porqué no veía por ningún lado a la señorita que lo compró.

Se asustó muchísimo cuando la puerta del lugar se abrió, así que tomó las sabanas que cubrían su cuerpo y se tapó hasta el rostro.

Por ahí entraron varias mujeres Betas, las cuales parecían ser las sirvientas de aquel lugar al que lo llevaron.

-Veo que ya ha a despertado, joven -. Habló una de las sirvientas, mientras lo miraba fijamente.

-¿Dó... Dónd-de... está...? -. Preguntó con temor, temblando como si tuviera frío.

Estaba asustado, tal vez esas muchachas solo querían torturarlo como lo hacían en el asqueroso lugar del que provenía, necesitaba ver a la chica que lo salvó para tranquilizarse, ¡No podía confiar en nadie más!.

-¿De quién habla, joven? -. Preguntó otra sirvienta, con un rostro de confusión.

-Tal vez se refiere a la Princesa -. Susurró otra sirvienta, mirando como las demás asentían.

-Si se trata de Su Alteza, déjeme decirle que ella está ocupada, no puedo venir a verlo -. Explicó, suspirando al ver como las lágrimas se acumulaban en los preciosos ojos verdes.

-¿Princesa...? ¿Su Alteza...? -. Preguntó confundido, ¿¡Quien lo salvó es parte de la familia Imperial!?.

-¿Qué sucede aquí? -. Habló alguien a espaldas de todos.

Al escuchar aquella voz, las sirvientas inmediatamente se pusieron en fila y reverenciaron a la persona, se confundió, ¿Quién era capaz de hacer que lo obedezcan tan fácilmente? Le recordaba un poco al efecto que el amo tenía en los esclavos y eso le aterró.

Pero cuando volteó su corazón se aceleró al notar a una mujer recargada en la puerta, mientras lo miraba detenidamente y con falsa indeferencia. Observó atentamente su rostro, cabellos largos de color blanco y unos hermosos ojos rojos como la sangre, ¡Era realmente muy hermosa!.

La mirada en su rostro era la misma que la que le dio la misteriosa encapuchada, así que supo de inmediato que se trataba de ella, ¿¡Su salvadora era semejante diosa!?. Se levantó con rápidez de la cómoda cama, corriendo hacia ella para refugiarse entre sus fuertes y amables brazos.

Mientras él se escondía en su pecho, la sintió rodear su cintura con su brazo derecho acercándolo más, soltando feromonas que al olerlas lo tranquilizaron en un instante. Estaba tan cómodo y feliz que no deseaba separarse nunca de la peliblanca.

-Su Alteza Kaori, estabamos apunto de vestir al joven, pero al parecer todavía se encuentra algo asustado -. Explicó una de las sirvientas, manteniendo una firme reverencia hacia quien él abrazaba con tanta insistencia.

No prestó atención a la conversación que ambas mujeres tenían, no era relevante para su persona así que solo estaba ahí disfrutando enteramente de la atención que le daba la tal Kaori.

Una aura oscura alrededor de ambos lo alertó, ¿¡Acaso Kaori se había enojado por su abrazo!? ¿¡Odiaba que la tocara!?. Sollozó al pensar en tal posibilidad, pero al prestar más anteción pudo notar que el aura no provenía de ella sino que de alguien más.

Miró detrás de la peliblanca y vio ahí a un gran lobo que lo observaba con una rabia contenida, el animal apretaba fuertemente sus colmilos mientras la saliva caía por las comisuras de su hocico. El aura oscura provenía de aquel lobo al que parecía molestarle que se acercaran a la Alfa, y solo se puso blanco como el cabello de la mencionada al notar que la rabia era dirigida enteramente hacia él.

Concubino || Izuku MidoriyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora