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Sentía la mano de Mino en la parte baja de su espalda, tragando saliva, se removió en su asiento, su mente vagaba de un lado a otro.

¡Dios! pedía al cielo que alguien la ayudara.

Bueno, ella se había metido sola en ese problema, por un lado Mino que le tomaba de la muñeca mientras la empujaba a su habitación. Apresuradamente se despidió de su padre y Yuna, cuando sus ojos llegaron a Lisa supo que a la mayor no le gustaba nada que Mino le tenga apretado a su costado como enseñando a quién pertenecía. Lisa no dijo nada, sólo subió y se encerró en su cuarto.

— Es hora de irnos a dormir, amor — susurró Mino contra su oído.

Un rubor embargo su rostro, pero igualmente asintió. Dejándose guiar por la brusca mano del moreno, llegaron a su oscura habitación y tragó saliva. Mino se desprendió de su camisa para seguidamente tirarse en la cama, doblar sus manos y colocarlas bajo su cabeza cerrando los ojos, la menor arqueó una ceja.

— ¿Mino? — preguntó con voz cautelosa, el pelinegro abrió uno de sus ojos.

— ¿Qué? — Jennie casi juró escucharlo pronunciar esas palabras con un gruñido. — ¿Pediste los consejos que te dije? — cuestionó volviendo a cerrar los ojos, Jennie se sentó en su cama observándole.

¿Le podía contar a Mino que lo hizo? Sí, pero no que los había puesto en práctica, Mino le ahogaría en su bañera de seguro.

— No — pronunció en un murmuro, el pelinegro resopló.

— Sabía que no lo harías. — Rodó por su costado dando la espalda a Jennie.

Jadeó al sentir un dolor en su corazón, Mino era tan distante y frío con ella.

— ¿Sabes? Es difícil pedir consejos sexuales — reprochó pero él le ignoró enfureciéndole. — Tú sólo me ordenas, ni siquiera me estás escuchando. —  Mino ondeó su mano en su dirección, Jennie le tomó del hombro bruscamente, Mino no podía tratarle así y mucho menos en su propia casa.

Mino gruñó al ser bruscamente volteado.

— ¿Qué mierdas te pasa, Jennie? — gritó.

Jennie apretó los labios. Conteniéndose.

— Me tienes jodidamente harta, deja de ignorarme o... — Mino le interrumpió.

— ¿O qué? — desafió.

Jennie gritó internamente

— O terminamos.

Mino, este se echó a reír sin gracia.

— No te atreverías — dijo muy seguro — Ni siquiera puedes estar sin mí veinticuatro horas, deja der ser inmadura y perder tu tiempo. Sin experiencias no me sirves, si me quieres ¡busca experiencia! Y déjame dormir en paz — Escupió hiriendo aún más al corazón de Jennie.

Tomando sus palabras se paró y salió de la habitación dando un azote a la puerta. Recostándose en ella, suspiró y exhaló, sus ojos estaban completamente vidriosos.

¿Tan inútil era?

Bueno, su propio novio, el chico que juró amarle se lo aclaró. Qué otra prueba quería. Escuchando música en el fondo del pasillo volvió su cabeza hacia aquella dirección. Era el cuarto de Lisa. Acercándose aún más, su juicio se iba nublando por una niebla roja, estaba tan enojada con Mino que le daría una lección. Jennie solo seguía sus órdenes después de todo. Se quedó parada delante de la puerta de Lisa que hasta donde sabía era su consejera sentimental y sexual, subiendo los nudillos golpeó la puerta impaciente, unos pasos se escucharon y la hermosa voz de Taemin sólo que Lisa parecía susurrar la canción. Lisa abrió lentamente la puerta esperando ver allí a Jennie. Alzó los ojos hasta encontrarse con los suyos, no necesitó más cuando Jennie saltó contra su cuerpo haciéndole dar un paso atrás, sorprendida.

La amiga de papi | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora