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 "El filósofo cita al poeta Aristófanes diciendo que todos los humanos alguna vez se unieron con su otra mitad. Unidos eran poderosos, insolentes, enormes y rebeldes."

§

No sabía a ciencia cierta si era porque pasaba ya de la medianoche. O por puro agotamiento mental de haber tenido que aguantar las infinitas charlas durante toda la jodida semana. La cuestión es, que Soul se quedó dormido en cuanto se hubo tumbado en la cama.

Profundamente dormido.

Vamos, que si cayese una bomba atómica sobre Shibusen sería el último en enterarse. Y anda que no lo necesitaba... La explosión no, sino el sueño reparador.

Eso precisamente fue lo que tuvo al rato. Un sueño. O le pareció. Porque todos eran iguales, y cuando despertaba, jamás se cumplían.

Aquella noche no fue diferente: se encontraba a sí mismo durmiendo en su cama, como otras tantas miles de veces, y llamaban a la puerta. Un par de toques suaves, casi tímidos, que lo hicieron desperezarse de inmediato, sonreír incluso. No hizo falta permitirle el paso, porque la invitada ya estaba en su habitación, también en pijama y gateando sobre la cama, abriéndose camino bajo la colcha de forma sinuosa hasta llegar a él para devolverle la sonrisa, radiante. Por muy cansado que estuviera, despertaría siempre para estar con ella. Cuantas veces se lo pidiera.

Maka se le adelantó y le besó en los labios, robándole un gruñido. Era todo cuanto quería: a Maka. Y ella, al menos en sueños, lo sabía. Montó a horcajadas sobre él mientras el beso se volvía más apasionado. A Soul iba a darle un síncope. Enredó las manos en su pelo, en su cintura, que siempre se le antojaban igual de deseados, inalcanzables.

La conexión que tenía con Maka era una puta locura y no le daba ningún miedo admitirlo.

Ya no.

Quería esto. Quería estar junto a Maka. Quería alcanzar lo que fuese sin tener que...

Maka abandonó sus labios para dejar un reguero de besos en su cuello, mientras jugueteaba con la parte de atrás de su pelo con la punta de los dedos. Y lo mató de placer. Literalmente. Más cuando escuchó su dulce voz quebrantada susurrarle casi al oído:

—Soul...

Era demasiado.

¿En qué sueño podría resistirse a eso?

Buscó los labios de Maka de nuevo, anhelando su pasión. Y con la misma fogosidad, la empujó para que cayese bajo él sobre la colcha. Para tenerla cerca. Mucho más cerca.

—Maka...

La voz era ronca, pastosa. Prácticamente ni la reconocía como suya propia. Salía de su boca desconocida, fantasmagórica, etérea, todo lo contrario a lo que en ése instante veían sus ojos rubí impregnados de deseo, así como de asombro en cuanto hubo tumbado a Maka.

Se separó unos centímetros, respirando con cierta dificultad, sin apartar la mirada de los preciosos ojos esmeralda de ella, que se tornaban temerosos a cada parpadeo de Soul, que se daba cuenta de un pequeño detalle mientras la escudriñaba con lentitud: no iba en pijama, sino con un discreto camisón largo de color negro que era, si cabía, mucho mejor.

Espera... ¿Un sueño dentro de otro sueño? ¿Es posible?

Los ojos se le salieron de las órbitas. También el cerebro al percatarse de lo que ocurría.

Maka quiso escabullirse como si fuera una serpiente, pero Soul no se lo permitió.

—Ni lo pienses —musitó, aún aturdido, asiéndole por las muñecas. La mantuvo bien aferrada a la cama, pegada a él.

Maka forcejeó, cabreada.

—¡Soul, no seas bruto! ¡Suéltame!

—¿Por qué has venido?

—Joder, Soul, que me sueltes.

—Si ha sido una broma, no ha tenido ni puta gracia...

Maka le dedicó la mirada más severa y llorosa que había presenciado jamás.

—¿De verdad te parece esto una broma? ¡Idiota! ¡No tienes ni idea! ¡Suéltame!

No. Ni era un jodido sueño, ni era una broma.

Era una realidad tan nítida como el ardor que sentía de pronto subiendo por la garganta. ¿Por qué? Demonios. Sólo quería...

Un pitido agudo e intermitente lo sacó de sus breves pensamientos. Sacudió la cabeza para despejarse y reconoció el sonido procedente de su mesita de noche.

El teléfono móvil.

Tuvo un duelo de miradas que nunca olvidaría entre el verde esmeralda de Maka y el gris de su dispositivo. Se debatió si debía cogerlo o no. A fin de cuentas, gracias a la interrupción, ambos se habían quedado congelados y por tanto, también dejaron de forcejear.

Solamente se escuchaba el sonido de sus respiraciones acompasadas, que se iban calmando poco a poco, y la fastidiosa melodía de fondo.

—¿A qué esperas? —dijo Maka pasados unos segundos.

Y Soul pensó que quizás sería una milagrosa invitación.

—A estas horas, será importante... —añadió, en voz baja, ladeando la cabeza hacia un lado, con expresión triste. Relajó ambos brazos—. Cógelo.

Soul se extrañó muchísimo. ¿A qué venía ése cambio repentino en su comportamiento? ¿Qué cojones pasaba allí esa noche? Arrugó el entrecejo, sin atreverse a soltarla aún.

—¿Segura?

Maka asintió. Soul la liberó despacio y ella no se movió; suspiró y notó cómo el corazón se le partía en dos, mientras se estiraba furioso hasta alcanzar su teléfono que no dejaba de sonar. Comprobó la hora en la pantalla: eran casi las cinco de la madrugada.

—Ya puede ser de vida o muerte...

Su humor no cambió demasiado cuando vio que era Kid quién lo llamaba. Contestó, observando a Maka por el rabillo del ojo, que todavía permanecía ahí, sin mirarle.

—¿Qué? —gruñó al teléfono.

¿Estás ocupado?

—Joder, Kid, ¿sabes qué hora es?

¿Lo estás?

—No hace ni un rato que nos hemos visto, ¿a qué tanta prisa por...?

Calma, Soul. Aspira... inspira...

Soul resopló.

Las ganas que tenía de pegarle un buen puñetazo en cuanto lo tuviera delante por toda esa chorrada nueva del zen y haber llamado justo cuando menos le apetecía hablar con él, no se fueron con aquella bocanada de aire. Ni mucho menos.

—Pues mira, lo cierto es que...

Soul volvió a mirar a su lado en la cama, buscando a Maka. Pero se había esfumado. Una ausencia que se le clavó como una daga: fría, bien honda en pleno pecho. Tenía que conseguir hablar con Maka como fuera. Aquello no podía quedar así. No podían dejarlo en...

¿Soul? —Kid se impacientaba en el otro lado de la línea—. ¿Puedes venir o nos vemos en otro momento?

Joder, y lo dices ahora, Kid.

—Voy de camino —aseguró.

Luego colgó, llevándose ambas manos a la cabeza, que empezó a martillearle. Presionó las sienes con fuerza, ansiando que el malestar desapareciera.

Deseando no haber perdido a Maka del todo.

¿Y qué podía ser lo peor?

Era catorce de febrero. San Valentín.


Almas Gemelas [Especial San Valentín 2023]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora