DIA 6
Al despertar a la mañana del día seis Minnie aun abrazaba mi vientre adolorido.
Me moví entre sus brazos y me acerqué a su cuerpo, deseando tener un poco más de contacto, y la sentí envolverme con más fuerza mientras escondía su cara en mi cuello.
— Buen día —Me saludó antes de depositar un tierno beso en mi mandíbula. Acarició mi adolorido estomago bajo la camiseta, y me permití dejar escapar dos suspiros.
El primero era por la caricia, y el segundo por ella.
— ¿Cuánto tiempo crees que tarde Soyeon en venir a despertarnos? —Preguntó Minnie a mi oído con su rasposa voz mañanera que, gracias a mis alocadas hormonas, me hizo morderme el labio levemente.
El suficiente como para que tú y yo tomemos un baño —Le contesté antes de comenzar a sentarme en la cama, sus brazos aun envueltos en mi cintura y su cabeza descansando sobre mis piernas una vez que logré la posición que deseaba.
— ¿Quieres que te acompañe? —Me preguntó.
Por supuesto que lo quería, pero...
— Me encantaría, amor —Susurré mientras acariciaba su cabello tiernamente—... Pero no creo que pudiera soportarlo.
Ella simplemente asintió entre mis piernas, supongo que feliz por tener unos cuantos minutos más de sueño.
Y aunque debí irme de inmediato, me tomé unos minutos para observar a la mujer que respiraba pacíficamente sobre mis piernas.
Tenía los ojos cerrados, la boca entreabierta y el cabello revuelto, pero puedo jurar que se veía más hermosa que nunca.
Traceé con mi dedo los contornos de su rostro, y Minnie sonrió levemente. Y yo también lo hice, pues estaba completamente enamorada de ella.
No recuerdo cuanto tiempo pasó, pero finalmente decidí levantarme para ir al baño.
Al hacerlo descubrí entre las blancas sábanas los restos de un enorme accidente.
— ¡Mierda! —Exclamé mientras golpeaba la cama y me daba cuenta de la humedad para nada natural en mi pijama.
Minnie se sobresaltó al escucharme y saltó de la cama para abrazarme fuertemente.
¿Sucedió algo? —Preguntó con un enorme bostezo.
Me pareció increíblemente tierno saber que, aun agotada, ella siempre intentaría protegerme.
— Tuve un accidente —Murmuré cruzándome de brazos.
Estaba un poco más que enojada con la vida en esos momentos.
Estaba muriendo, mis hormonas estaban descontroladas, me salía sangre de la vagina y tenía accidentes nocturnos.
—Ve a bañarte —Dijo suavemente a mi oído mientras acariciaba mis brazos. Ella conocía los momentos en los cuales yo estaba estresada, así que supongo que me lo sugirió por esta misma razón—. Yo limpiaré y...
-No tienes que hacerlo, amor. Estás cansada, así que puedes ir a dormir a la habitación vacía y...-
— Puedo dormir más tarde —Me interrumpió con una sonrisa perezosa—. Ahora ve... Sé cómo se siente eso de tener una mancha de sangre en el pijama. No es para nada agradable.
Tenía razón.
Sonreí y besé sus labios sin preocuparme por el aliento mañanero.
Estaba muriendo de todas formas, y cuando lo haces las demás cosas que suelen ser clasificadas como terribles pasan a ser un paraíso.