Si tuviera que usar dos palabras para describir el día veinticinco sin duda usaría "borroso" y "doloroso"
No puedo recordar mucho de el, casi nada en verdad
Mi mente estaba demasiado centrada en la cuenta de los días, en mi ausencia de síntomas y en las constantes quejas de Minnie debido al dolor como para interesarse en guardar recuerdos
Sé que mi esposa tenia nuevas heridas ese día, y cada vez eran más grandes. En su espalda habían seis (creo), en sus piernas doce, en sus brazos siete y en su cuello habían dos pequeñas. En el resto de su cuerpo habían tres, había una sobre su mejilla, la cual intentó cubrir con su cabello esta mañana
-¿por qué intentas cubrirla?- Le pregunté mientras intentaba persuadirla para que no lo hiciera. Creo que estaba sosteniendo una de sus manos, pero no lo recuerdo bien
Ella me miró a los ojos. Además de dolor había desesperación en esos ojitos que tanto amé
— Soy un asco. No quiero darte asco —Murmuró con voz quebrada.
La abracé con delicadeza, intentando no hacerle daño. Aun así, escuché sus quejas de dolor, pero cuando intenté alejarme ella me lo impidió
Era como si, cerca de mí, el dolor realmente no le importara
— No me das asco —Le aseguré mientras besaba su mejilla sana. Ella sonrió, lo cual me alegró solo un poco—. Eres preciosa, Minnie, créeme...
— Pero...
— Vamos, Minnie. He visto granos peores que esa pequeña herida. Está bien, lo prometo. Eres hermosa y jamás dejarás de serlo para mí.
No mentía.
Tiempo después, no sabría decir si minutos o segundos, Soyeon entró a la habitación. No recuerdo si existió una razón específica para esta acción, pero Minnie estaba feliz de verla. También yo, aunque ella nunca habló conmigo en toda su estadía.
— ¿Qué tan malo es el dolor? —Le preguntó Soyeon cuando ya llevaba tiempo en la habitación. Minnie estaba recostada en mi pecho y yo jugaba con su cabello. Soyeon parecía algo asqueada, pero no dijo nada ni intentó separarnos. Estaba esposada, después de todo, así que imagino que sabía que solo lograría hacerle daño a Minnie y a sí misma en el proceso.
— ¿Debo ser sincera?
Soyeon y yo asentimos, aunque mi esposa solo estaba mirando a mi vieja mejor amiga gracias a la posición en la que estaba.
— Es un asco —Aceptó—. La mayoría del tiempo se siente como el vivo infierno alrededor de mi cuerpo. A veces, cuando no me muevo, puedo soportarlo, pero existen momentos en los que el dolor es tan intenso que, al intentar gritar, no puedo hacerlo —Nos contó tristemente. Me sentí mal por ella, y deseé que su dolor fuese mío—Es como si el dolor me ahogara
— Mi hermana y primos murieron como tú —Murmuró Soyeon, tal vez sin pensar.
— Sana también —Conté. Soyeon se sorprendió, tal vez porque no lo sabía, pero no me dijo nada para consolarme. No me importó, pues tampoco estaba esperando sus palabras.
— Lamento eso. Debió de ser duro para ellos —Dijo Minnie mientras un pequeño gemido escapaba por sus labios. Se había movido por error, lo cual había hecho que sus heridas tocaran la cama y mis piernas.
El dolor era casi palpable y realmente lo lamentaba.
— Soy una adulta. Puedo soportar el dolor... Pero ellos —Se veía triste, tal vez demasiado— Lamento que tuvieran que soportar cosas como estas siendo aún tan pequeños. Los niños no merecen castigos de este tipo