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¿Cuantos días habían pasado?

Él no tenía idea.

Estaba en un bucle todos sus días.

Ni siquiera sabía que hora era, ni que día de la semana.

Él no sabía nada.

Solo sabía que estaba triste, bañado en un tristeza que parecía recorrer toda su piel de manera perpetua.

No había salido de su habitación desde que recibió la noticia.

No sabía cuantas veces se había desmayado, ni cuánto tiempo había llorado, para su suerte, había sabido disimular que estaba dormido.

Él estaba solo.

Su padrino no había aparecido, no lo sabía, pero solo habían pasado 2 días desde que se enteró de la noticia, de manera tal, que Snape ni siquiera se encontraba en Hogwarts.

Su estómago rugió, se encogió del dolor pero se rehusó a moverse, no tenía sentido, nada lo tenía para Draco.

Era como si estuviese en una burbuja, como si si reloj se hubiese detenido mientras el resto del mundo seguía, y eso golpeó duro a Draco.

Su madre era insignificante para el Señor Tenebroso.

Su madre era insignificante para el mundo.

Él era insignificante.

¿Qué valor tenía su vida? Draco sentía que si decidía lanzarse por la ventana en este preciso instante nada cambiaría.

Él prefería creer eso.

Prefería lanzarse por la ventana en este momento que seguir con su vida.

Pero el Señor Tenebroso esperaba cosas de su parte.

Él solo esperaba poder matarlo con sus propias manos.

Draco nunca había sospechado siquiera que podía sentir un nivel de aversión tan profundo hacia una persona, y más profundo aún hacia su padre.

Miró por la ventana y notó que el sol empezaba a salir, a pesar de que el no sentía haber dormido un solo minuto, miró alrededor de su dormitorio compartido y vió a Blaise Zabini durmiendo plácidamente.

Otro hijo de mortífagos.

Sin embargo, Draco no veía a Blaise retorciéndose del dolor, de la angustia.

Quizá Blaise deseaba la tarea de Draco.

O quizá solo era bueno ocultándose, como Draco.

Negó con la cabeza y se levantó, empezó a deambular por los pasillos sumergido en un trance, sin saber realmente a donde iba, solamente buscaba una excusa para no permanecer en esa habitación, para no permanecer solo con su conciencia.

Draco no sabía que hacer ahora, en realidad, si tenía una idea de que hacer.

Necesitaba hablar con su padrino, pero ahora Snape no se dignaba en aparecer, así que estaba por su cuenta de momento.

Sin darse cuenta, se encontró en la torre de Astronomía.

Pero a diferencia de antes, estaba vez no sentía placer, júbilo y un tinte de felicidad.

Se sentía vacío, podía escuchar gemidos ahogados, pero no de la castaña, esa chica ni siquiera se asomaba por su mente.

Podía oír los gemidos ahogados de una persona moribunda.

De una persona que estaba siendo torturada, con las uñas arrancadas y laceraciones en distantes partes del cuerpo.

Draco sentía que podía escuchar y vivir una escena que no había presenciado, podía oír los gritos de júbilo de Bellatrix, los gritos de súplica y terror de su madre, y sentir la sonrisa malévola, bañada en diversión de Voldemort.

El Verdadero Draco [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora