Capítulo 3: El laberinto

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En cuanto el alma pierde la aureola juvenil, los generosos torneos por el aplauso son sustituidos por las egoístas competencias por el dinero"

-Santiago Ramón y Cajal.

Hacía 1 año, los lideres de "La franquicia", cansados de los habituales eventos deportivos y de entretenimiento que se desarrollaban en las comunidades, decidieron crear un evento propio en la zona. El mismo consistía en encerrar a 16 personas, 2 de cada una de las comunidades, que recordemos eran 8, y encerrarlos en un laberinto. El primer año que se realizo la competencia fue en parejas. El juego consistía en que a cada pareja se le entregaba una lista de 8 objetos a buscar, que se encontraban escondidos dentro un laberinto. Se encerraba a los participantes en dicho recinto, y el juego no terminaba hasta que una pareja logre encontrar todos los objetos. El premio para la pareja ganadora era una fortuna suficiente para vivir cómodo dentro de "La franquicia".

Hasta ahí parecía una competencia divertida y con un buen premio, pero el problema devenía en lo que sucedía con los demás participantes que no ganaban la competencia. Los perdedores eran deportados de la zona y eran exiliados a las zonas abandonadas postguerra a su merced y suerte, sin posibilidad de elección.

Los requisitos para participar del evento eran ser menores de 21 años y pasar una serie de exámenes físicos y psicológicos para determinar la aptitud física de cada uno de los participantes. Los organizadores buscaban gente fuerte física y mentalmente para que la competencia sea de alto nivel, y de esa forma entretenida para el público. Mucha gente se manifestó en contra de esta competencia, pero quienes mandaban y más disfrutaban de ser espectadores de este evento, los políticos y empresarios de la élite, estaban encantados de ver a gente de clases inferiores competir así para poder ser uno de ellos.

Dentro del laberinto no había muchas reglas. Si bien estaba prohibido el uso de armas, si se podía recurrir a la violencia.

El ganador era el equipo que encontraba los 8 objetos, pero hasta no tener los 8 en su poder, un participante podía robarle 1 objeto a otro que lo haya encontrado.

La primer competencia el año pasado había sido un éxito total en cuanto a emoción. La pareja ganadora había sido la de la comunidad N°5, compuesta por un chico de 16 años que era experto en artes marciales y una chica de 21 años que antes de la guerra había sido atleta olímpica. Ambos habían logrado encontrar los 8 objetos luego de estar 36 horas en el laberinto. El chico había usado sus habilidades de pelea para eliminar a 3 participantes, mientras que la chica con su velocidad recorrió todo el laberinto de rincón a rincón antes que nadie.

Luego de ganar, ambos se volvieron ricos y pudieron mudarse con sus familias al centro de la zona donde vivían los lideres de "La franquicia".

Los restantes 11 participantes que habían sobrevivido pero no habían ganado la prueba, fueron exiliados fuera de la zona sin darles siquiera la posibilidad de despedirse de sus familias, y ya nada se había vuelto a saber de ellos.

La competencia era cruel pero el premio era demasiado tentador, y Eric no encontraba otra posibilidad para poder ayudar a su familia.

En cuanto a la competencia de este año, que iba a ser la segunda edición de "El laberinto", se había anunciado un cambio importante respecto a la primer edición.

Si bien la competencia nuevamente iba a desarrollarse entre parejas, dos de cada comunidad de la zona, este año el ganador iba a ser un solo participante, el cuál se iba a alzar con la victoria luego de una prueba final al encontrar los 8 objetos. Dicha prueba había sido anunciada como una sorpresa que iba a develarse unicamente en el momento que un equipo se haya hecho con la victoria. Tampoco se había dicho que iba a suceder con el participante del equipo ganador que no supere esa prueba final. Nadie sabía si iba a correr la misma suerte que los demás participantes derrotados e iba a ser exiliado, o si iba a poder seguir viviendo en la comunidad pero sin alzarse con la fortuna que había como premio.

Esta nueva regla generó aún más entusiasmo y revuelo entre la multitud y entre quienes querían participar de la competencia.

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