O1. Huir

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«Cuando los miedos llaman a la puerta»

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En momento como ese lo único que anhelaba con todo su corazón era volver a ser una niña pequeña, joven e inocente que no sabía nada de lo duro que era el mundo. Quería volver a ser esa adolescente que llenaba su mente de fantasías rosas con finales felices, en donde su príncipe encantador, el amor de su vida, estuviera allí para hacerla la chica más feliz de todo el planeta.
Si tuviera la oportunidad de regresar a esas épocas, lo haría con todo el placer del mundo y aprovecharía cada segundo que viviera con tal de apreciar esos días cuando era bastante feliz y no contaba ni con un tercio de las dudas, preocupaciones, dilemas y sobretodo inseguridades que sostenía su yo de veintidós años tenía.

—Creo que acabaré teniendo un colapso—. Comentó Marinette para sí misma mientras tachaba un par de cosas de su lista de empaques esenciales para su mudanza. —O ya de plano muerta.

Estaba en la habitación que le había pertenecido durante toda su vida hasta ese momento, detalle que dentro de poco dejaría de ser así.

—Dramatizas demasiado—. Opinó Tikki, su kwami, que se encontraba sentada sobre el hombro izquierdo de su portadora. —Estás recibiendo bastante ayuda de tus padres con la mudanza, no todo está recayendo sobre ti.

—Es que no solo se trata de la mudanza, Tikki, es sobre todo en general: Mudanza, exámenes parciales, diseños por comisiones por entregar y algunas están atrasadas, las clases en general; todo está mal.

—Deberías tener un orden para todas esas cosas.

—¡Lo trato de tener! Pero se me han juntado todas las cosas que es difícil poner límites y prioridades cuando absolutamente todo está pasando al mismo tiempo.

La azabache dejó la lista que tenía en manos sobre su escritorio y se sentó sobre el diván rosado que estaba arrinconado a una pared. Se sentó encorvada, dado que apoyó sus codos contra sus rodillas, y sus manos sostuvieron su barbilla y el peso de su cabeza.

—Debo planificar la mudanza con prisas para asegurar mi estancia en el departamento porque no he acabado de pagarlo, esas son deudas que me corresponden a mí y no quiero que mis padres se involucren en los gastos—. Empezó diciendo la muchacha. —Luego están los exámenes parciales de la facultad que no me dan descanso porque debo estudiar bastante, y todo eso causa que no me de tiempo de trabajar en las prendas que me han pedido por comisión y que ya llevo atrasadas.

—Te dije que abrir las comisiones en estos momentos no eran el mejor plan para ganar ingresos—. Señaló la kwami de ojos color zafiro.

—¿Es por gusto? Necesito el dinero; es más, para un par de prendas necesito comprar algo de tela y pedrería para acabarlas. Te agradecería de corazón si usarás tú misma el poder del Lucky Charm e hicieras que llueva dinero.

—Sabes perfectamente que el poder especial a través de un kwami y sin un Miraculous que canalice su poder puede generar grandes problemas.

—¡Entonces no me...!—. Estaba por gritar Marinette, pero se detuvo con tal de no desgastar su enojo en Tikki cuando no tenía nada que ver.

Pero estaba frustrada, y demasiado. 

Tenía que calmarse y relajarse con tal de no estar demasiado explosiva con sus emociones, pero no era tarea sencilla dado que los pensamientos intrusivos la acosaban cada que tenían oportunidad.

When no one staysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora