Capítulo 7

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María despertó en su cama, no se explicaba por que estaba ahí, se dio cuenta de un bulto al lado suyo, el sonido de la cobija moviéndose alertó al señor que levantó su cara hacia ella, de la puerta entro la niña con una pana con agua y trapos húmedos.

—¿Qué paso?—Pregunte confundida y adolorida viendo al señor a mi lado.

—Ayer por la tarde te desmayaste, durante toda la noche sufriste pesadillas—Masageo suavemente el puente de su nariz—Gritabas mucho, asi que me tome la molestia de acompañarte.

—Lo siento, no se que me paso—Conteste apenado por mi comportamiento—De veraz perdoname.

—No te estoy culpando de nada—Se levantó para acariciar la cabeza de su hija y salir de la habitación—Baja a comer en unos minutos.

—Si, señor—Respondí aun con la cabeza agachada.

La niña no siguió a su padre y se acercó a la cama de María para saber que le había pasado, la mujer solo tapó su cara con mucha vergüenza cuando Phoenix se subió de un salto para caer en las piernas de la chica que de pronto ese sentimiento de fue.

—Buenos dias—Saludo con una sonrisa la niña—Dormiste mucho ayer, desde las 5 hasta las 7 de hoy—Señalo un reloj en la pared—Mi papá estaba muy preocupado por que parecías llorar y pataliar todo el tiempo.

—¿Te desperté de tu sueño?—Sonreí para calmar mis nervios.

—No, tengo el sueño pesado—Hablo para reirse haciendo que yo también lo hiciera—Me voy tengo que estudiar.

—Oky, yo ya bajo, quiero darme un baño—Le avise mirando a la puerta, la niña asintió para bajarse y correr hacia afuera.

María fue a tomar ropa debatiendo en que vestir para este día, se decidió por una falda larga negra con camisa de mangas ajustadas y su cabello amarrado, miró su reflejo imaginandolo y le gustó la idea así que con una sonrisa salió del cuarto rumbo al baño para ducharse y salir como siempre.

Abrió la puerta asomando su cabeza para ver que no estuviera nadie, es igual que todos baños, el piso es cuadrado celeste, la pared blanca con puntos rojos, con temor extendí mi pie al piso para verificar que si estaba helado.

La chica lo apartó al comprobar que esta en lo cierto, un escalofrío le recorrió el cuerpo al sentir aun más frío, se sacó sus zapatos para ya entregarse a ese hielo del cuarto, apretó los labios tratando de acostumbrarse.

Se despojo de su ropa para meterse a la ducha abriendo la regadera sintiendo la fria agua caerle al cuerpo, chillo como un niño para cerrarla y tomar el jabón para enjabonarse de pies a cabeza sintiendo aun como si estuviera dentro de un refri.

Estaba tan concentrada en ducharse que no se dio cuenta cuando la puerta se abrió, el golpe que dio al cerrarse la alertó y asomo la cabeza en silencio para observar al señor abriendo el espejo del baño.

María sintio un nudo en su garganta, incapaz de pronunciar palabra alguna, el señor saco un par de pastillas de donde se trago 2 y se giró de golpe hacia mi dirección, reprimo un grito cuando empezó a avanzar.

—La regadera se volvio a abrir sola, debo repararla—Aviso para salir del baño en busca de las herramientas necesarias para arreglarla.

María aprovecho para tomar una toalla y salir corriendo a su cuarto, viendo que el señor ya regresaba con una caja de herramientas en su mano, se detuvo asustada para después en puntilla entrar a su habitación cerrando la puerta suavemente.

Con su corazón latiendo y sus manos apoyadas en la puerta su toalla se cayó al suelo dejando a la vista su silueta morena a la oscuridad, trago grueso para alejarse lentamente, fue hasta la cama para dejarse caer extendiendo su mano para agarrar su ropa vistiéndose rápidamente.

El hombre ciego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora