lección O2.

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Al día siguiente, Minho salió de su salón en dirección al aula que Seungmin y él usaban para estudiar, molesto ya que no había conseguido ninguna especie de recompensa que ofrecerle al chico a cambio de su atención completa

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Al día siguiente, Minho salió de su salón en dirección al aula que Seungmin y él usaban para estudiar, molesto ya que no había conseguido ninguna especie de recompensa que ofrecerle al chico a cambio de su atención completa.

Le había preguntado a Felix a ver qué se le ocurría, pero el chico sólo había dicho: «Um, Seungmin-ah es virgen de "ahí"» y Minho no quiso seguir escuchando más. Como si le interesara qué Seungmin ya se haya metido algo en el culo. ¡Ser gay no significaba que a él le interesarían esas cosas siempre, por Jesús!

En fin, lo mejor sería preguntarle a Seungmin directamente.

Entró al salón justo cuando el pasillo terminaba de vaciarse. Probablemente estarían ellos con los obreros solamente. El directivo solía irse temprano los martes.

Le sorprendió encontrar a Seungmin ya ahí, sentado sobre una de las mesas con una paleta en la boca. Él miró a Minho apenas abrió la puerta, saludándolo con una mano. Minho cerró la puerta y dejó sus cosas en el suelo, corriendo la silla para sentarse tras devolverle el saludo a Seungmin. El chico se paró y corrió otra mesa para juntarlas, y luego se sentó en una silla, bastante pegado de Minho.

― Escuché que hyung jugó tenis hoy ―dijo Seungmin, observando a Minho sacar su libreta y libro de historia.

― Así fue.

― De seguro te ves muy guapo haciendo deporte, me gustaría ir a verte alguna vez.

Minho miró a Seungmin directamente, tratando de preguntar en silencio "¿Qué rayos?".

Seungmin sólo se encogió de hombros, como siempre.

― ¿Qué? ―le cuestionó a Minho, el cual se tomó un momento para responder.

― ...Nada. ¿Repasaste lo que trabajamos ayer?

― Ehm, no. ¡Pero antes de que me regañes, tengo una muy buena razón!

― Tú tienes una razón ―redundó Minho, apoyando su mejilla en la palma de su mano para escuchar la nueva y magnífica excusa de Seungmin.

― ¡Sí! Verás, dejé la hoja de prácticas sobre el televisor mientras me iba a bañar, no me fijé que había una silla justo al algo que alcanzaba el mueble. Entonces, cuando volví-

― Déjame adivinar ―dijo Minho, volteando los ojos―. Se la comió tu perro o algo así.

Seungmin se rió, dándole una palmada en el hombro.

― ¡Qué cosas dices, hyung! Yo no tengo perro ―dijo risueño―. Se la comió mi hermano, Yeosang. ¿Recuerdas que te hablé de él?

Minho soltó un suspiro. No puede ser.

― Como sea, empecemos entonces ―indicó ubicándose en la página correspondiente. Leyó lo que decía―. Dijimos que la momificación era un ritual que originalmente sólo era permitido para faraones y figuras que-

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