una vela.

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Las llamas prendieron mi piel,en la perdida soledad de un lago.
Ardiendo,la agonía no me dejaba pensar,solo sentir dolor.
Quise salir, lo imploré. Pero mis pies atados, fundidos en la cera de una vela, no me lo permitieron.
Entre el dolor y el sin salida,mire el agua debajo de mis pies,que quemaba tanto como el fuego.
Intente no sentir, y solo pedí un déjame ir. Mis labios,en un sin existir querían implorar una vez más el dejar de sentir. Mis ojos dejaron de ver el fuego, mis rodillas sedieron.
Y lo quemado de lo que era siguió sufriendo, en la pena de un bosque en silencio.

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