—¡Es el gigante del cuento! —exclama Claire, señalando hacia el centro del lago sin separarse de los brazos de Victor—. ¡Es Cuthbert!
—Tranquila, cariño, tienes fiebre —susurró Bronwyn, acercándose para acariciar el cabello de la niña.
—No seas ridícula —bufa Enoch, dejando a un lado la amabilidad con la que suele tratar a Claire—. No es más que una piedra.
Lo cierto es que, a pesar de que la enorme piedra tiene forma como de cabeza, y parece que sus facciones podrían estar borradas por el efecto de estar a la intemperie durante tanto tiempo, no puedo evitar darle la razón a Enoch. Al final, nos guste o no, los cuentos son solo cuentos, a pesar de que pueden contener verdades.
—¡Y mirad! —dice Olive, señalando un escarpado risco rocoso que se alza en la distancia—. ¡Aquello debe de ser la montaña de Cuthbert!
—Los gigantes son reales —murmura Claire. Su voz suena débil aunque rebosante de asombro—. ¡Igual que los Cuentos!
—No saquemos conclusiones absurdas —interviene Enoch—. ¿Qué es más probable? ¿Que el autor del cuento que leímos anoche se inspirara en una roca que por casualidad tenía la forma de la cabeza de un gigante o que esta roca en forma de cabeza fuese en realidad un gigante?
—Le quitas gracia a todo —protesta Olive—. Yo creo en los gigantes, por mucho que tú no creas en ellos.
—Los Cuentos no son más que cuentos, nada más —refunfuña Enoch.
—Muy gracioso —observa Jacob—, aunque eso es precisamente lo que creía que erais todos vosotros antes de conoceros.
Olive se echa a reír.
—Eres un tonto, Jacob. ¿De verdad creías que éramos inventados?
—Pues claro. Y seguí creyéndolo incluso después de conoceros, durante un tiempo. Pensaba que tal vez me había vuelto loco.
—Sea real o no, la verdad es que es una casualidad increíble — comenta Millard—: leer ese mismo cuento justo anoche y a la mañana siguiente tropezarse con el accidente geográfico que lo inspiró. ¿Qué probabilidades hay de que ocurra una cosa así?
—Yo no creo que sea casualidad —declara Emma—. Miss Peregrine fue la que abrió el libro, ¿lo recordáis? Debió de elegir ese cuento a propósito.
—No tenemos tiempo para esto —los corto—. Si Miss Peregrine realmente nos ha guiado hasta aquí, entonces aquí debe de haber un sitio seguro, quizás un bucle. Voy a investigar en la piedra en forma de cabeza. ¿Algún voluntario para venir conmigo?
—Yo iré —dice Victor—. Me salvaste la vida.
Así que Victor y yo avanzamos hasta la roca a nado, y yo me asomo a la obertura que tiene por boca. Él me mira desde abajo, pues me está alzando.
—Bájame —le pido—. Creo que estamos ante la entrada de un bucle. Llama a los demás, tiene que ser un bucle anterior a nuestro tiempo si existe ahora, así que quizá podamos encontrar refugio, y ayuda para Miss Peregrine.
Victor avanza pesadamente, de vuelta hacia los demás por el agua. Y es entonces cuando yo empiezo a sentir esa sensación que me domina cuando hay un hueco cerca. Debe de estar a unos cien metros, porque es tan solo un pequeño malestar, pero hay que darse prisa, por lo que pudiera pasar.
Le hago una seña a los chicos y ellos se apresuran un poco. Llegan a mi altura poco después, pero se me están apretando las entrañas, y siento que el hueco está cerca. Luego lo veo asomar por entre los árboles. Es jodidamente enorme.
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El Centro de la Guerra (Enoch x OC)
FanfictionHelena y los demás niños peculiares, que ahora han aumentado en número, huyen de Cairnholm perseguidos por los Wights. Esta persecución los lleva hasta Inglaterra, más concretamente, hasta Londres. En una ciudad desolada por la guerra, donde ningún...