16 de enero de 1941, Francia.Aquella noche el viento soplaba con fuerza en Chasselay. La luna llena asomaba por entre las nubes, iluminando con su suave resplandor el paisaje nocturno del pueblo. Las calles se encontraban desiertas, salvo por un par de gatos callejeros que merodeaban sin rumbo aparente. Mientras la mayoría de los habitantes descansaban en sus aposentos, tratando de resguardarse del frío de la madrugada, ciertos hombres jugaban una partida clandestina de póker en la taberna del viejo Bernard, donde se reunían cada viernes después de la cena. Sin embargo, hacía tiempo que aquella tradición había perdido su inocencia debido a la situación de guerra en la que el país se encontraba. La intranquilidad y preocupación de los vecinos hacía necesario vigilar cualquier movimiento durante la noche.
—Oye, Bernard, ponme otro whisky, ¿quieres? Tengo la garganta seca como un desierto —dijo Arthur.
—Deberías pensar en parar, Arthur —le aconsejó el primero con preocupación—. Recuerda cómo acabaste la última vez.
Jean asintió y añadió:
—Totalmente de acuerdo con el viejo. No estoy dispuesto a llevarte a casa cargando de nuevo. La última vez terminé con tu pota en mis pantalones.
Arthur recordó la noche referida con desinterés. Aquel viernes tuvo una gran disputa con Lucie debido al poco tiempo que pasaba con su hijo, Georges. Achacó las culpas a la situación, pues trabajaba horas extras para poder sacar adelante a su familia, y cuando llegaba a casa solo pensaba en descansar. Sin embargo, su mujer le dijo que aquello no era excusa, pues ella también trabajaba en la casa mientras cuidaba de Georges, quien no hacía más que preguntarle por su padre. Tras ver que ninguno de los dos entraba en razón, Arthur decidió marcharse a la taberna, dónde bebió copa tras copa hasta perder el conocimiento.
—Vamos, Jean, no me lo tengas en cuenta. Ya sabes que tuve un mal día.
—Lo sé —contestó.
—¿Qué tal con Lucie? —preguntó Robert, aprovechando que su amigo sacó el tema—. Dudo que haya vuelto a chupártela después de aquello —dijo entre risas.
—Ten cuidado, capullo —advirtió Arthur, serio.
Bernard le sirvió el whisky escocés. Arthur, pensando en el sábado anterior, miró la copa con cierta vacilación. No quería emborracharse de nuevo, aún más sabiendo que las cosas no estaban bien en casa. Jean lo miró y le arqueó un ojo.
—Será la última, Jean —le dijo mientras cogía la copa y le daba un trago.
Louis, el zapatero del pueblo, terminó de repartir las cartas y propuso empezar la siguiente ronda. Jean estaba fuera del juego desde hacía cuatro turnos, pues lo había perdido todo en un all-in contra Robert, quien superó su color con un póker. Bernard no participó en la partida; suficiente dinero había perdido ya en las dos últimas semanas. Louis perdió sus fichas restantes contra Arthur en el turno anterior debido a que su doble pareja tenía menor valor que la suya. Todo eso dejaba en juego a Arthur y Robert, lo que no era de extrañar, pues casi siempre eran los mismos dos quienes ganaban las timbas.
—Arthur, te propongo lo siguiente —dijo Robert, el más joven de la taberna, con arrogancia—: Si te retiras ahora, te daré el treinta por ciento del total. De lo contrario, lo perderás todo como la última vez, y estoy seguro de que Lulu no se tomaría muy bien que regresases de nuevo sin dinero, ¿me equivoco?
Arthur lo miró por unos segundos, aprovechando el tiempo para considerar su oferta.
—Vaya, Robert... Es un buen trato, en serio —contestó.
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Contra el destino (En proceso)
Mystery / ThrillerFrancia, 1941. Durante la Segunda Guerra Mundial, la traición no es sólo una posibilidad, sino una constante. Arthur y su pueblo descubrirán esto de la peor manera posible, cuando un brutal ataque alemán acabe con la vida de la mayoría de sus seres...