Capítulo 3 - Caos amatista

320 56 5
                                    

"En un mundo sin la ley de Dios, tienes caos, opresión, tiranía y todos hacen lo que es correcto a sus propios ojos".

Randall Terry.

Un acuerdo tácito estaba entre ellos. Mientras no necesitaran hablar no lo harían así que sin importar menos aprovecharon ambos su gran sincronía para poder acabar con cuantos pudieran. Sin hacer esperar ni un segundo ambos se lanzaban hacia la energía oscura que sentían.

La mente de ambos estaba enfocada en aspectos distintos, por parte del Jiang no había más que preguntas rondando por su mente.

Era totalmente irracional, esas criaturas no se encontraban leyendo ningún pergamino o libro por más antiguo que fuera, y menos ahora que la secta Jiang estaba más que destrozada y en donde podría estar la respuesta no había más que cenizas que fueron dejadas en las manos de los Wen. Pero aquel cultivador a su lado parecía conocer sus puntos débiles en todos los aspectos y probablemente si él no estuviese a su lado podría terminar con ellos como si fueran nada.

"Wei Wuxian sabría qué sucede".

Un pensamiento vago se hizo presente en su mente. Uno totalmente irracional que lo hizo apretar más de lo normal el mango de Zidian, la ira contenida estaba saliendo, una ira de la cual siempre tendría que cuidarse. Si bien, durante toda la guerra para derribar el sol un título le fue dado: Sandu Shengshou, un título el cual tomó con orgullo a pesar de las palabras que significaban que no eran más que un recordatorio de sus fallas y errores que tantas veces su padre expresó. Pero al final de cuentas era la primera cosa que consideraba suya. Aun así sabía que debía controlarse no podía dejarse llevar por emociones pasajeras.

"Contrólate". Fue apenas un susurro lo que escucho al cambiar lugares con el cultivador de vestimentas negras. "Si sigues así no harás más que cavar tu muerte. Y no creas que impediré que aquello suceda".

Tal vez esas palabras eran las que necesitaba para poder enfocar su mente en lo que era más importante, acabar con las extrañas bestias que estaban presentes en todo su territorio, pidiendo a gritos ser exterminadas por sus manos. Un simple suspiro salió de sus labios para volver al asunto en el que estaba.

Por su parte Luo Binghe no dejaba de admirar la belleza fría que era el contrario, su razón para quedarse fue el vago recuerdo de su shizun proyectado en el contrario sin embargo se daba cuenta de lo distintas que eran ambas energías. Esta le recordaba más a él antes del cambio de personalidad aunque más caótico, casi pareciera una bomba a punto de estallar.

Demasiado atrayente pero demasiado vago como para sacrificarse por el contrario así que cuando vio que este tenía pensamientos innecesarios durante la lucha dio su comentario con el fin de que aquel no desviará su atención de lo que hacían, lo que funcionó, una suave sonrisa apenas perceptible se poso en sus labios.

Su espada Xin Mo tras haber bebido bastante sangre se encontraba ahora más accesible y sin dejar en su mente tantos pensamientos tan abrumadores, algo que agradecía, su mente ahora no era un caos como anteriormente. 

La pelea duró relativamente poco, conforme fue pasando los pasos y ataques estuvieron cada vez más sincronizados e implacables. 

Desde hacía ya rato que el Jiang no encontraba una persona con la cual pelear fuera tan cómodo, en donde solo fluyera. La última vez que lo sintió fue tan lejano, tal vez antes de la muerte de toda su secta que era un sentimiento y una comodidad que no recordaba. 

Por parte de Binghe era algo similar, con la única diferencia que él nunca había tenido la oportunidad de pelear con alguien de ese mismo modo, casi como un igual. Blandiendo sus espadas a un mismo enemigo. Su vida antes de que Sheng Qinqiu cambiará había sido por decir menos solitaria, aunque en ningún momento pudo establecer amistad o conexión con ningún otro discípulo. 

Así que para los dos entregar la espalda a alguien sin pensar era algo totalmente insólito y mucho menos a una persona que no va más de 15 minutos que conoce.

Sin embargo, esos pensamientos no eran algo que ambos hubieran analizado en el tiempo que duró la pelea. 

Pronto gracias al trabajo en equipo todo su trabajo estuvo hecho. Cuando ya no sintieron más energía viniendo de ningún lado es como el líder Jiang guardo su látigo el cual se enrollo a lo largo de su mano como protector. La mirada de este fue a dar a él, para después fruncir el ceño teniendo una lucha interna de lo que debía de decir a continuación. 

¿Las gracias? ni loco, sin embargo sabia que el contrario había sido de gran ayuda para poder acabar con todo así que después de pensarlo abrió la boca. 

"Si no tienes en donde quedarte la secta Jiang puede abrir las puertas a tu disposición." Tajante y cortante, las palabras del de vestimentas moradas resonó en el vacío lugar con una propuesta que medito un poco. Después de todo no tenia donde quedarse y a pesar de su urgencia por regresar a  la montaña Cang Qion podría descansar un rato en aquella otra secta. 

"Tomaré la palabra". Una sonrisa se hizo presente en sus labios mientras que relame sus labios enfocando en todo momento su mirada en el contario.  "Me encantaría pasar la noche en su secta".

Violeta Carmín  - LuoChengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora