Tyler suspiro algo cansado, la caminata a Sido demasiado larga para llegar al palacio, además de que tuvo que caminar por las montañas.
Y todo por el capricho de la princesa que quiere un retrato suyo, bueno, se siente halagado que su talento sea reconocido aún en la realeza.
Llegó al palacio y pidió permiso a los guardias para ver a la princesa, él siempre tuvo el pensamiento de que las princesas son caprichosas e inmaduras, unas consentidas de primera.
Pero al ver a la hermosa princesa bajar de las escaleras con ese vestido elegante color blanco sintió un revoltijo en su corazón que lo hizo sonrojar.
- Eres Tyler, cierto?
Pregunto la princesa con una cálida y amable sonrisa, una muy linda que hacia ver sus ojitos brillar, no sabía que le pasaba pero quedó embobado con la belleza de la chica.
- S-Si majestad, vengo por la pintura
- Sígueme por favor
Asintió con la cabeza y siguio a la princesa, viendo con atención cada detalle de ella.
Era preciosa, por no decir, la mujer más hermosa que a visto.
- Quédate quieta...
Susurró Tyler mirando con atención la pose de la princesa, estaban en el jardín del palacio, justo enfrente de un campo grande de tulipanes de varios colores, la princesa Nayeli estaba sentada en un sofá terciopelo blanco, llevaba un vestido color celeste que quedaba bien con el fondo y con el tono de su piel, elegante y con detalles blanco con perlas.
Tyler enfrente de ella estaba acomodando su material y lienzo, sonriendo satisfecho cuando ya tuvo todo listo.
- Espera
Se acerco a la princesa y acomodo sus brazos de una manera que se vea elegante y delicada.
- Bien... Tus ojos en los míos, si?
Tomo su mentón para alzar su mirada, sonrojandose ambos cuando sus miradas cruzaron.
Tyler aclaro un poco su garganta y fue a su lugar, empezando a hacer la pintura para la princesa.
Él era reconocido por sus obras, eran más retratos que otra cosa así que a pintado a mucha gente pero sin duda la de la princesa será su favorita.
Tiene unas facciones tan lindas, unos labios rojizos jugosos, unos ojitos brillosos, mejillas algo gorditas pero demasiado adorables, simplemente era hermosa.
A veces ambos soltaban risitas nerviosas cuando se veían, era tierno, ya que se notaba la timidez entre ambos.
Ya que la princesa también sentía atracción por ese pintor.