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Diciembre 2022 Córdoba
LOS FESTEJOS CESARON UN POCO DESPUÉS DE CASI UNA SEMANA, sin embargo seguíamos llorando y cantando. No nos importaba ni un poquito si ya se cansaron de escuchar "muchachos" o si no quieren saber nada del actual campeón del mundo porque hasta que el último argentino esté muerto; la gloria será eterna.
Estaban ambas familias de mis cuñados en la casa de mi mami, hasta mi papá estuvo invitado, como si el mundial hubiese dejado todos los rencores de lado.
Durante ésta semana me habían llegado muchas notificaciones de un solo tema; Larissa diciendo cosas horribles de mi o de mi pasado, algunas son verdaderas y las peores son mentiras, pero era mi palabra contra la de ella porque en mi Twitter viejo solamente hay dedicatorias a One Direction y Messi.
No es el hecho de que haya mentido lo que me puso mal, sino que las cosas verdaderas me hicieron sentir expuesta. Apesar de ser una persona pública intenté todo el tiempo llevar mi vida privada lo más que pude. La verdad es que se veía venir esto de ella, pero aunque era obvio no tenía que estar preparada para esto.
James y Remus visitaron por segunda vez el suelo argentino, son dos gatitos buenos y lo único que hacen es comer, ir al baño, pedir amor y dormir. Julián los amó y no quiso soltarlos en ningún momento.
Antes de las once estabamos jugando una partida de UNO, yo a la cabeza como siempre y hasta fila había para ver que grupo seguía. Por ahora éramos grupos de dos, me había tocado con la hermana de Iván y gracias a Dios ella es mejor mentirosa que él, solo porque no se ríe.
Mi telefono sonó antes de que tirase la última carta después de cantar "uno", fruncí el ceño al ver el nombre de Mike en la pantalla. Él andaba por allá en Inglaterra festejando navidad en un horario distinto, espéraba que sea para decirme que me mandaba un regalo o algo así.
—Felices fiestas, Liv— dijo antes que nada y le respondí de la misma manera— Lamento tanto interrumpirte en ésta noche especial, pero hay una junta con el management por videollamada. Es urgente.
—Está bien, tengo que ir a un lugar tránquilo, te escribo— corté la llamada y volví a la mesa para tirar la última carta e ir a la pieza después de disculparme.
Sentí mis manos temblar y la transpiración tipica de verano se volvió fría y molesta. Ya temía cualquier cosa y a su vez me sorprendía todo.
En la llamada hasta los maquillistas estuvieron, pero solo los encargados de las cosas legales, Mike y yo tuvimos el micrófono prendido. No voy a mentir, tengo muchas ganas de vomitar y en cualquier momento voy a hacerlo, pero es cuestión de comerme un chicle y se me pasa.
—Olivia...— llamó Camila y miré directo a su cara buscando alguna expresión que la delate— Necesitamos que estés tránquila, ahora es el momento de sacar toda esa fuerza que tienes en tu interior y que guardaste en la corte.
