Until we met

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Día 1: fanboy Nagi.

Él nunca iba a ser fanático de algo o alguien.

O eso era lo que su tonto yo del pasado había creído firmemente hasta que escuchó a alguien cantar.

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Nagi nunca había entendido la cultura fanática. Ni a las personas que se convertían en fans de alguna persona, objeto o producto de consumo. Le parecía bastante estúpido. Él mismo no se consideraba fan de los videojuegos, simplemente le gustaban. Le entretenían y le hacían pasar el rato. Personalmente, prefería los videojuegos en constante expansión y que fueran online. Los cerrados eran un coñazo porque solo se podía conseguir contenido nuevo si sacaban alguna actualización o algo. Por eso el mundo abierto era de lo mejor.

Él nunca iba a ser fanático de algo o alguien. O eso era lo que su tonto yo del pasado había creído firmemente hasta que escuchó a alguien cantar.

Estaba en el centro comercial, esperando a la cola de una tienda de videojuegos para pagar el juego nuevo que salía a la venta y que había llamado poderosamente su atención. Sin embargo, detrás de él había un par de chicos viendo una entrevista a alguien y en un momento dado escuchó su melodiosa voz.

—No sabía que podía cantar tan bien —se sorprendió uno de ellos.

—Nada, nada, ha nacido con una flor en el culo ese Reo. Rico de nacimiento, guapo, talentoso en el fútbol y encima canta como los ángeles. Tiene la vida ya resuelta.

—Tiene que ganar este año el Balón de Oro. Lo ha hecho de locos esta temporada.

Nagi miró un poco hacia atrás, haciéndose valer de su altura para poder ver qué estaban viendo en el móvil. Esa voz era demasiado bonita como para ignorarla. Vio a un chico con un jersey a rayas que combinaba con su pelo morado.

—Siguiente, por favor.

Nagi vio que le tocaba a él y se fue hacia el mostrador. Después de salir de la tienda, se sentó en el primer sitio que pilló y sacó su móvil para buscar a ese futbolista. Tecleó el nombre y la palabra fútbol y fue mirando por los resultados de la web. En noticias pudo encontrar un artículo con un título que invitaba a leerlo para saber qué futbolista famoso cantaba tan bien. Nagi revisó el artículo y vio que se trataba del mismo jugador que había visto en el móvil de esos chicos.

El chico de pelo blanco frunció levemente el ceño. Le sonaba de algo esa cara. Buscó el nombre completo del jugador hasta que dio con él: Mikage Reo. Nagi le dio varias vueltas al nombre hasta que se dio cuenta de que era el heredero del imperio empresarial Mikage. Y ese niño pijo había asistido a su mismo centro. O más bien, él había ido con el famoso futbolista. Nagi solo recordaba que había un chico muy popular en su curso que estaba forrado de pasta, que era muy sociable y amado por todos y que era un as en todo lo que hacía.

No le sorprendió ver que había triunfado de esa manera en la vida.

Decidió saber más de ese antiguo compañero de curso. Porque no habían ido ni a la misma clase. Quizás habían coincidido en alguna clase optativa, pero seguramente no lo recordaba. Por aquella época, Nagi vivía más metido en su mundo, ajeno a todo lo que le rodeaba salvo los videojuegos.

Mikage Reo comenzó su meteórica carrera en el fútbol cuando iba a segundo año de bachillerato. Llevó a su equipo a la victoria nacional y llamó la atención de la sub-19, donde logró hacerse un hueco. Se graduó con honores y estudió en una de las mejores universidades mientras seguía jugando al fútbol con su equipo de la universidad. Hasta que logró fichar por un equipo profesional. Y su salto a la fama internacional lo dio cuando el Manchester City lo compró. Según Reo, sus inicios con ese equipo inglés no fueron nada fáciles, pues el choque cultural y la cantidad de talento que había en el equipo fueron bestiales. Allí se hizo muy amigo de otro japonés llamado Chigiri Hyouma, el apodado pantera roja.

Nagireo Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora