Ese reporte no se detuvo. Más y más fueron llegando haciendo crecer la preocupación de la sociedad coreana ante tantas desapariciones en menos de un mes. Los padres de los niños desaparecidos sufrían debido a que faltaba poco para navidad y querían tener a sus hijos de vuelta sin pasar aquel día lleno de alegría sumidos en una tristeza que solo terminaría con el regreso de los pequeños a sus hogares.
Los esfuerzos de la policía eran inútiles, no encontraban ninguna pista concreta que ayudase a detectar al culpable de tales desapariciones. Era una incógnita ya infundida no solo en el país sino en el lado internacional. La psicosis creada ante estos sucesos provoco que los padres tomaran la decisión de no enviar siquiera a sus hijos a los colegios a solo días antes de que las vacaciones navideñas llegasen.
Yeji siempre se mantenía alerta no solo de cuidar a Yuna sino también a Ryujin, los traumas que tenía estaban volviendo y aunque no quería verse como una loca paranoica e histérica, le era imposible controlarse ante tantos casos de desaparición en niños pequeños. Aseguraba que era él, creía firmemente en que esa cosa que les había atacado hace veinte años estaba de vuelta y, para mala o buena suerte, no era la única que lo pensaba.
―Deseo ver al fiscal a cargo de los casos de desaparición. ―hablo Yeji a la secretaria de la fiscalía en donde se encontraba. Quería hablar con él acerca de ello, quería hacerle saber que lo mismo había sucedido dos décadas atrás y le haría ver que no se trataba de un simple hombre.
La hicieron pasar, tomo asiento cuando el fiscal se lo ofreció, miro de reojo la pizarra de todas las fotografías de los niños los cuales no sobrepasaban los diez años. Su corazón se apretujo al recordar a Lia.
― ¿Qué la trae por acá señorita Hwang?
―Es sobre el caso de los niños desaparecidos. ―respondió―. Esto es tal cual paso hace veinte años.
El fiscal suspiro, sabía sobre ese tema, pero jamás lograron atrapar al culpable.
―Señorita, conozco ese suceso, sé que es lo mismo, pero le diré lo mismo que a todos, no es un ser demoniaco que ataca a los niños, esto es un asunto serio y se trata de un maldito miserable pervertido el cual se esconde demasiado bien. ―explico haciendo que Yeji rodará los ojos. Sabía que la iban a tachar de loca al igual que a todos los demás.
―La maldad no solo proviene de los humanos.
―Dudo mucho que algo más poderoso sea el causante de esto, por favor, no caiga en creencias estúpidas acerca de que existe un demonio folclórico suelto desde hace años.
Yeji no dijo nada más, agradeció el tiempo que le brindo y salió de ahí en llamas, tomo su auto dirigiéndose hasta la guardería donde Yuna pasaba toda la mañana debido al trabajo de sus madres. Condujo con cuidado de no empezar a maldecir a todos los que se cruzaban en su camino, reconocía que estaba enojada, pero estaba conduciendo, pronto traería a la bebé atrás en su asiento especial, necesitaba autocontrol.
Al recogerla y ponerse en marcha de nuevo decidió que pasaría a comprar unas cosas al supermercado que hacían falta. Una nueva regla de no salir después de las ocho de la noche había sido impuesta por ella, por eso hacían compras necesarias durante el día en donde podían mantenerse alertas y juntas.
Mientras estaba en el supermercado con Yuna en el asiento del carrito se puso a pensar en algo: ¿y si por parte suya comenzaba a investigar? Sabía que era un riesgo, pero necesitaba conocer más sobre ello. No lo hizo durante todo ese tiempo por miedo a encontrarse algo desagradable, pero había crecido, tenía edad suficiente y aunque su estabilidad estaba embarrada como la mierda, no iba a ser cobarde. Quería respuestas y si nadie se las quería dar, ella misma las encontraría entonces.
Durante todo el día Yeji se encargó de cuidar a Yuna, Ryujin saldría a las diez del trabajo debido a que se encontraba revisando los detalles de una boda que estaba planeando como organizadora experta que era. No podía ir hasta Chicago debido a una tormenta invernal que se avecinaba y todos los vuelos estaban cancelados, le hubiese gustado ya que ahí se llevaría a cabo el evento. Un problema planearla desde lejos no era, pero se sentía más cómoda estando en el lugar donde la boda estaría.
Siendo las diez en punto la pelirroja decidió que era momento de calentar la cena, la bebé estaba dormida en su cuna móvil cerca de donde ella pudiese verla, la mesa estaba puesta, solo faltaba que Ryujin llegase para cenar juntas. Al cabo de veinte minutos más tarde por fin la rubia llegó saludando con un beso a su prometida y con un ligero apretón de mejillas a Yuna quien estaba profundamente dormida. Dando las once con quince minutos decidieron que era momento de irse a dormir; ambas cambiaron sus ropas a sus pijamas, colocaron a Yuna en su cuna a un lado de su cama y se dispusieron a dormir.
Pero su tranquilidad no duro demasiado tiempo. Un molesto ruido en el techo puso en alerta a ambas mujeres quienes se miraron al despertar, asintieron a modo de hacerle saber a la otra que habían escuchado el ruido de unas cadenas arrastrándose por el techo. Ryujin se asustó, pero Yeji tuvo una reacción diferente.
―Quédate con Yuna, no salgan de aquí. ―pidió saliendo de la cama e ignorando los reclamos en susurros que su prometida le estaba dando.
Salió de la habitación cerrándola con seguro desde adentro, se quedó en el pasillo durante unos segundos hasta que escucho una risa macabra provocándole un erizamiento de piel que no podía describir en esos momentos. No pudo evitar quedarse congelada porque reconocía muy bien aquellas cadenas y esa risa, ahora estaba segura que había regresado y que, quizás, estaba provocándole porque la recordaba.
Corriendo bajo las escaleras, encendió las luces de toda la casa y abrió la puerta para salir asomándose a mitad de calle lo que estaba sobre su techo. Una figura tal cual no vio, solo una sombra negra perdiéndose en la oscuridad de la casa de al lado con un costal completamente rojizo que resaltaba todavía debido al color.
―Estás aquí hijo de puta, haz vuelto.
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ᴄᴜʀꜱᴇᴅ ᴄʜʀɪꜱᴛᴍᴀꜱ | ɪᴛᴢʏ ᴛᴇʀʀᴏʀ ᴀᴜ
Fanfiction𝐑𝐔𝐍 𝐎𝐑 𝐈 𝐖𝐈𝐋𝐋 𝐂𝐀𝐓𝐂𝐇 𝐘𝐎𝐔 || Yeji se dará cuenta que el color rojo de la enorme bolsa de Santa Claus no es por característica ni mucho menos que su gordura es por andar mucho tiempo sentado en el trineo. ෆ basada en la leyenda del f...