ᴄᴜʀꜱᴇᴅ ᴄʜʀɪꜱᴛᴍᴀꜱ | ɪᴛᴢʏ ᴛᴇʀʀᴏʀ ᴀᴜ

CAPÍTULO O4

A la mañana siguiente escucharon las sirenas de las patrullas estacionadas frente a su hogar, Ryujin salió para revisar lo que estaba sucediendo encontrándose con su vecina llorando sin control en los brazos de su marido. No sabía lo que estaba pasando con exactitud, pero algo le decía que no era bueno.

― ¿Qué paso? ―preguntó Yeji saliendo con Yuna en brazos.

―No lo sé.

― ¿Habrá sido eso?

―No sé Yeji, no sé.

Alguien más se acercó a ellas, un oficial con una libreta y pluma.

―Buenos días señoritas.

―Buenos días oficial. ―dijeron ambas al mismo tiempo.

―Necesito hacerles unas preguntas acerca de si no vieron algo extraño durante la noche en la casa de al lado. Lo sucedido es que el hijo de este matrimonio desapareció sin dejar rastro, sus padres al darse cuenta del ruido e ir a ver, el pequeño ya no estaba en su cuarto y la ventana estaba abierta.

El pánico inundo a Ryujin quien tomo en brazos a Yuna abrazándola protectoramente.

―Anoche escuchamos los ruidos de unas cadenas en el techo, yo escuche una risa después, salí a ver lo que era, pero no alcance a ver nada más que una sombra negra con un costal rojizo. ―explicaba Yeji mientras el policía anotaba en la libreta lo que la chica decía. Ryujin volteó a verla notando que su piel había palidecido.

Fue día pesado en el vecindario, nadie salía y nadie entraba, la situación estaba empeorando conforme las horas y eso a Yeji no le estaba gustando. En un momento donde Ryujin salió afuera con Yuna para regar las plantas del jardín, tomo su celular para llamarle a su prima Chaeryeong y pedirle un favor.

―Hey Chaer, ¿estás desocupada?

―Sí, ¿por qué?

― ¿Podrías venir a la casa? Quisiera que te quedarás con Ryujin y la niña un rato. ―pidió obteniendo silencio al otro lado de la línea.

― ¿Razón?

―Personal.

― ¿No harás lo que estoy pensando, cierto?

― ¿Podrías venir sí o no?

Y después de unos segundos pensando si era buena idea dejar que Yeji hiciera su locura, Chaeryeong aceptó.

―Estaré ahí en una hora.

―Te lo agradezco.

Tal como lo dijo, Chaeryeong llegó una hora después. Ryujin estaba feliz de tener visitas, Yeji la miraba y se repetía una y otra vez que no dejaría que nada sucedería para que esa sonrisa jamás se borrase.

Con una mentira hecha para su salida, Yeji tomo su bolso y auto para ir hasta donde su antigua casa se encontraba. Se estaciono a unas casas más al frente, salió y camino pesadamente la banqueta hasta que diviso el portón ya oxidado que antes era bañado por un gris oscuro. Sin necesidad de quitar algún candado, abrió la puerta escuchando el rechinido de los tornillos viejos, una oleada de recuerdos al llegar a la sala golpeó su mente haciéndola sentir melancólica y triste, miro a todos lados a pesar de que ya no había ningún cuadro familiar, pero recordaba cada sitio de cada uno.

Ignorando el crujir de la madera y a su subconsciente pidiéndole que salieran de ahí, Yeji fue subiendo lentamente las escaleras, evitó a toda costa la habitación de su madre que aun desprendía una fuerte presencia negativa, había un marco que la sangre ya desaparecida había dejado, sus ojos oscuros desviaron la mirada dirigiéndose hasta la habitación que alguna vez perteneció a ella y a Lia.

Estando ahí recordó todo tal cual, desde el inicio hasta el final, escucho los gritos de las personas abajo y los de su padre, escucho los gritos de aquella Yeji pequeña mirando con horror lo que le habían hecho a su adorada Lia. Estaba preparada para salir corriendo, pero vio unos rasguños en la puerta de su armario ya vacío. Le llamaron la atención porque no eran rasguños comunes, sino que éstos habían hecho un escrito en la madera:

"Te atraparé"

―Yeji.

Un sobresalto provoco que se volteará.

―Lia...

Sus lágrimas comenzaron a escurrir por sus mejillas de manera descomunal, se acercó a su hermana para tratar de abrazarla, pero sus brazos la traspasaron sin sentir nada, solo podía ver su espíritu ya mayor con una cosida en su cuello.

― ¿Puedes vengarme a mí y a mamá?

―No necesitas preguntarlo. Papá murió y hasta en su último suspiro se encargó de pelear. Yo haré lo mismo. ―respondió segura de sí misma, limpió sus lágrimas que para ella eran sinónimo de debilidad ante su hermana menor.

―Cuida de mi sobrina, de Yuna. ―pidió formando una sonrisa―. Estoy feliz de que tengas una familia, pero sabemos que volvió y esto debe parar.

―Viene por mí.

―Pero no le darás el gusto.

―Eso jamás.

―Yeji, sabes que te amo hermana, no fue tu culpa el no haber podido protegerme como hubieras querido.

―Si nos hubiésemos mantenido juntas... ―su voz se quebró permitiendo a sus ojos cerrarse para evitar ver las imágenes de aquel recuerdo otra vez.

―Deja de culparte, estoy en un lugar mejor, no podemos lamentarnos, solo debemos salir a adelante y eso lo sabes, pero para ello debemos encontrar la manera de acabarlo para siempre. Es el ser más horrible que hayas podido ver, ni siquiera tu imaginación es suficiente para hacer un retrato recreado.

― ¿Dónde estás?

―Arriba, con mamá y papá, por supuesto. ―volvió a formar la sonrisa en su rostro. Yeji sollozó.

―Juro que terminaré con esto, no solo porque tengo una hija que proteger sino por ti, por mamá, por papá, por todos esos niños que han muerto y desaparecido por la misma causa. Esto terminará, te lo juro que terminará.

Lia desapareció despidiéndose con una sonrisa y abrazo que esta vez Yeji pudo sentir. La pelirroja se dejó caer al piso volviendo a llorar en su camino. Su hermana estaba bien, sus padres también, estaba tranquila, su corazón podía estar en paz y podía volver a vivir plenamente, pero tenía algo que hacer antes. Algo que catalogaba como estúpido, peligroso, loco y todos los adjetivos calificativos posibles, pero necesitaba vengarse o sino viviría por el resto de su vida con la culpa de haber podido haber hecho algo, pero por cobarde no lo hizo.

Antes de irse entró de vuelta a su antigua habitación, camino hasta las puertas desgastadas del ropero y con una navaja que llevaba en forma de precaución, escribió en éstas:

"Veremos si puedes"