Miércoles

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• Café y té •

Oye bastardo. —

El bicolor volteo su mirada a la cocina, de donde provenía aquella voz que conocía perfectamente, mirando a el dueño de esta.

— Dime Kats. —

— ¿Quieres té? —

Ambos estaban en la casa de el cenizo, el bicolor se estaba quedando a dormir en esta, desde hace años era común aquello, incluso el bicolor tenía una habitación en la casa de el cenizo, y el cenizo tenía una habitación en su casa. Normalmente incluso podían pasar un mes en la casa del otro, incluso más.

El aroma de la sala era bastante agradable, y no por el aroma a café o té, más bien por las feromonas de ambos que se mezclaban perfectamente.

— Si, por favor Kats. —

El cenizo sirvió una taza de té que ya tenía incluso preparado antes de preguntarle a el bicolor, y sirvió igualmente una taza de café para el para luego dirigirse a el sofá con ambas tazas, dejando la de el bicolor en la mesa frente a este para después sentarse a su lado.

— Gracias Kats. —

Mencionó aquello el bicolor mientras tomaba la taza.

El no tomaba café, no era fan, pero desde que comenzó a ser amigo de el cenizo hace ya años siempre compraba café y los complementos de este para que el cenizo pudiera hacer café en su casa.

— Bastardo. —

Salió de sus pensamientos para mirar a el cenizo, este tenía un pequeño sonrojo en sus mejillas, algo que lo extraño bastante. Pero se quedó aún más confundido al ver como el cenizo se iba acercando poco a poco a el, pero no se apartó, solamente sus mejillas hacían notar su vergüenza por lo rojas que estás se estaban poniendo.

Al tener a el cenizo a escasos centímetros de su rostro lo miro a los ojos, encontrándose con los rojo carmín mirándolo fijamente, las feromonas de ambos estaban comenzando a salir bastante de forma inconscientemente.

— ¿K..Kats? —

Murmuró bajo sin apartar la mirada de este, el cenizo no respondió, solamente fue acercando su rostro más a el contrario.

Sus labios rozaron con los ajenos, algo que le hizo soltar un pequeño escalofrío a el bicolor. Este llevo una de sus manos a el hombro de el alpha, apretandolo levemente, ambos querían más que un simple roce.

Cuando el cenizo iba a juntar sus labios con los contrarios sonó el timbre de la casa, a lo que el dueño de está frunció el ceño. Iba a ignorar el ruido y continuar con lo que quería desde hace años, pero su teléfono comenzó a sonar y la persona que estaba tocando la puerta comenzó a decir su nombre en voz alta con insistencia, era su madre.

Soltó un pequeño suspiro y se separó de el bicolor a regañadientes para después ir a abrir la puerta.

El bicolor aún no parecía entender lo que acababa de pasar, pero sus mejillas iban subiendo en un rojo completamente intenso al sentir la respiración de el cenizo mezclándose con la suya y las feromonas tan fuertes y honestas de ambos. Los querían, había deseo y amor en las feromonas de ambos.

— ¡Oh!, Hola Sho, no sabía que estabas aquí. —

Ambos alphas entraron en la sala, y el solamente pudo saludar con la mano a la ceniza, ya que sabía que si hablaba iba a tartamudear.

Ambos se miraron, y no dijeron nada, solamente se sonrieron con cariño... ¿O amor?

• Una semana • [Bakutodo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora