No podía estar pasándome a mi. Me iban a matar.
—No me hagan nada —rogué desesperada intentando alejarme más de ellos, pero era imposible. Mi espalda ya estaba aplastada contra una superficie dura.
No podía ver nada, solo escuchaba como los hombres conversaban algo que no podía entender. Dentro de mi desesperación logré darme cuenta que era alemán.
—Cállate, perra —me gritó un hombre y luego me golpeo el brazo muy fuerte.
Apreté mis labios e intenté controlar mi llanto, cosa que no logré ya que mi crisis de angustia se había desencadenado. Hacía años que no me daba una, pero dada la situación en la que me encontraba, era obvia.
La camioneta en la que íbamos se detuvo y luego me hicieron bajar de ella.
—Camina —gritó la misma voz que había escuchado en todo momento, al parecer la del líder. Me tomó del brazo y comenzó a empujarme. Me caí un par de veces dado a que tenía puesto los tacos gigantes con los que trabajaba, pero nada detuvo los empujones.
¿Dónde estaba? ¿Qué me iban a hacer? ¿Por qué yo? ¿Quién estaba al mando de esto? Si tan solo le hubiera hecho caso a Macarena y me hubiera ido a casa con ella. Pero no, yo como nunca antes, había preferido quedarme a ordenar un poco.
De pronto las palabras que mi padre me había dicho hace unas horas se vinieron a mi cabeza.
—Pronto vas a pagar todo lo que has hecho, muy pronto... Más pronto de lo que crees...
Él. Él tenia que ver en todo esto, y estaba completamente segura de que de esta no iba a salir. Por fin se había deshecho de mi, como siempre había querido.
Sentí un fuerte empujón y luego caí sobre un tipo de colchón que por lo delgado podía suponer que era de espuma. Olía muy mal, como a una mezcla entre encierro y humedad.
—Vas a esperar aquí y no grites, que ya me tienes la cabeza a punto de reventar.
Me quitaron la capucha de la cabeza y se fueron.
Miré su espalda fijamente hasta que cerró la puerta y quedé sola. Me habían dejado en una pieza apenas alumbrada por una pequeña lampara con luz tenue que colgaba del techo. Todo estaba sucio, asqueroso y no había ninguna ventana. Pensé que esto solo pasaba en las películas, pero ahora me estaba pasando a mi.
—Mamá por favor ayúdame, te lo suplico —rogué silenciosamente a mi madre, en el cielo.
Intenté soltar mis manos, pero terminé haciendo que me dolieran más ya que los lazos estaban muy apretados. No podría salir de esta. Lo único que rogaba es que si me iban a matar, que fuera rápido. Un tiro en la cabeza y todo habría acabado. No quería sufrir, solo un tiro y estaría con mi mamá.
De pronto la puerta se abrió y entró un hombre. No lo podía ver bien ya que la luz detrás de él era más fuerte y hacía que sólo viera su silueta.
—Hola, perrita. Veo que me hiciste caso y te callaste.
Se acercó más hasta que quedó a sólo unos metros de distancia.
—No me hagas nada, te lo suplico—murmuré temerosa. No tenía buen aspecto para nada. Parecía completamente un hombre con ganas de hacer mal.
El hombre me miró fijamente mientras se pasaba la lengua por los labios. Era asquerosa la manera en que me miraba y cómo me hacía sentir.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, supe instantáneamente lo que se me venía. Era demasiado predecible y el miedo más profundo se apoderó de mi.
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Thug Life
RomanceLos vicios y las deudas llevaron a que Megan fuera vendida por su padre al hombre equivocado. Megan se ve obligada a convivir con un mafioso de primera que esconde muchos secretos peligrosos, tan peligrosos que la vida de Megan puede estar en peligr...