Capítulo 3

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A la una y quince minutos golpearon la puerta.

—¿Qué quieres? —pregunté a Gustavo.

Él me sonrió de una manera que me dio escalofríos y asco.

—Tienes que bajar.

Cuando me miró de pies a cabeza decidí cerrarle la puerta en la cara.

—Baja, puta —gritó y le dio un golpe fuerte a la puerta.

Fui en busca de mi bolso y abrí nuevamente la puerta. Gustavo ya no estaba.

Bajé tranquilamente la escalera y salí de la casa.

—¿A dónde vamos? —pregunté cuando me encontré con Mike.

—Al doctor —se encogió de hombros.

Me subí al auto nerviosa.

—¿Dónde está Alexis? —pregunté tensa.

—Tuvo que viajar —respondió.

—¿Qué? ¿Cuando?

—Anoche. No sé con qué motivo, pero se fue a Miami.

Asentí sorprendida. Era una buena noticia que él no estuviera, pero era sorpresivo.

Mike encendió el auto y salimos de la mansión. El viaje duró aproximadamente treinta minutos.

—Aquí vamos otra vez —suspiré cuando entramos en la clínica.

Para mi venir al psicólogo ya era un trámite. En mi vida había visitado por lo menos diez diferentes. Mike me registró mientras yo me sentaba a ver revistas. Diez minutos después me llamaron.

—Te esperaré aquí... —murmuró Mike. Abrió la puerta y luego la cerró después de mi.

Entre en la consulta y una mujer me saludó.

—Megan, que gusto conocerte —le di la mano— Me sorprendió mucho la llamada de Alexis anoche, pero quise estar presente.

Asentí sin saber a que se refería y me senté.

—Alexis me explicó todo y me dijo que siempre habías querido operarte. ¿Sabes que tamaño quieres?

¿Qué? ¿Por qué me miraba los pechos? Oh, esperen... ¿Operación? ¿Tamaño?

Mire sobre su cabeza y leí los diplomas. "Cirujana Estética".

Alexis me había tomado una hora para inconscientemente cumplir mi más ansiado sueño.

Hablé con la doctora por unos minutos y luego me probé diferentes tamaños de implantes mamarios. Treinta minutos después ya tenía fecha para la operación. Sería mañana mismo.

¿Cómo podía ser posible que todo sucediera tan rápido? ¿Solo tendría que esperar unas horas y ya? ¿Era legal? No me importaba nada. Iba a operarme.

Salí de la consulta y fui directamente a Mike.

—Necesito hablar con Alexis.

—No puedes. Dijo que no quería que lo llamaras.

Lo miré sorprendida.

—Mañana me operan...

—Que rápido... —sonrió.

Yo sonreí también y para su sorpresa lo abracé.

—Megan, tengo que llevarte a casa ahora.

—Pensé que podríamos celebrar primero... —hice un puchero.

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