Ella sabe que no debe, pero...

55 8 3
                                    

— Jeongyeon, la tía dijo que Jisu se va a quedar... es-ta semana.

¿Ups?

Cuando Seungyeon analizó la situación, una Nayeon diferente sosteniendo la mano de su hermana quien tenía las mejillas raramente rojas, ¿Qué carajos estaba pasando?

— ¿Nayeon?

La castaña volteó con una cara graciosa, soltando rápidamente las manos a Jeongyeon.

— H-hola... ¿Seungyeon verdad? Asintió. ¿Cómo estás?

— Aquí yo hago las preguntas, t-tú... tú estabas en Estados Unidos.

— Dejé algo pendiente. Volteando a ver a su chica. No sé cuanto tiempo me quedaré pero, no regresaré al teatro, ni a casa.

— ¿Está todo bien? Preguntó Jeongyeon.

Tomó sus manos otra vez, las colocó sobre sus hombros para acercarla a un abrazo. — Todo está bien.

La mayor las veía enternecida, con los ojos hechos miel.

— ¿Quieres acompañarnos a cenar?

— Oh, Seungyeon, yo...

— Mamá prepara una comida deliciosa, debes tener hambre. Apoyó su mano en el hombro ajeno, mostrando apoyo con un apretón.

— No estoy presentable, es un ambiente familiar no me gustaría incomodar.

— ¡Vamos! Conoces a mi hermanita de años, no puedes ser más que familia. ¿Oh si?

— Está bien. Muchas gracias. Sonrió.

— Andando entonces, ya casi es hora de la cena.

— Dame un segundo. Habló Nayeon. Tengo que... hacer algo antes.

Esperaron en el estacionamiento, subieron al auto. Seungyeon manejaba mientras Jeongyeon iba en los asientos de atrás, junto a Nayeon.

— Oye, ¿qué hacías? La curiosidad de la rubia se hizo presente.

— Conseguí algo. Agachó la cabeza, recogiendo la bolsa y entregándola penosamente a su menor.

Era la chaqueta y el vestido estampado que había estado viendo Jeongyeon antes.

— No debiste.

— Siempre ves la ropa en las tiendas por horas, y, siendo sincera, definitivamente te quedaría perfecta esa ropa.

Estaban susurrando, tan solo ellas oían, y Seungyeon... ella veía por el espejo retrovisor de vez en cuando.

Pero

¿Qué hacían?

— Demasiada cercanía. Pensó la más grande ahí, para después parar repentinamente en un tope, causando pena en las chicas.

Claro que sabía que ambas se gustaban, pero no iba a permitir que besara a su hermanita como si nada, menos en un auto.

...

— ¡Mamá! Estamos aquí. Era la hija menor, con varías bolsas de compras y una de ropa.

— ¡Unnie! Jisu apareció también, tomando la bolsa menos pesada y ayudando a llevarla hasta la cocina.

SKTILH | 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora