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"Te hablo más tarde, tengo que ir al trabajo", Gavin envió, escribiendo con una mano para poder ponerse la chaqueta.

"Que tengas un buen día, Gavin".

"Tú también..." Gavin negó, ¿Qué demonios le decía a un androide? "Tú ta–" borró el mensaje y bloqueó el celular.

Resultó ser más divertido de lo que creía: podía burlarse de él y este no se enojaba o lo enviaba a la mierda. Hablaban de cosas que le gustaba a Gavin, sus películas, series y comidas favoritas. Aunque a veces se ponía un poco pesado con las preguntas sobre cómo le gustaría que sea, Gavin siempre le decía que ODIABA que los preguntones. Y este dejo de hacerlo.

No le gustaba responderlas porque sabía cuál era su fin: esa inteligencia estaba aprendiendo como ser perfecto para él. Y Gavin no se sentía atraído, pero le gustaba hablar. Podía hacer chistes de lo que a él le gustaba sin tener que soportar las quejas de la otra persona, contarle sus problemas y ser una completa mierda. Era más bien como un amigo. Eso se sentía bien. Que el androide no pudiera sentir era lo mejor del puto mundo. Porque entonces los MOLESTOS sentimientos no interferirían. No le preguntaba por su pasado o que planeaba hacer mañana: era como si estuviera en un constante y relajante ahora.

Podía coger con otras personas y tampoco le molestaría, porque era solo era un chat. Estaba bien con eso. De alguna manera se sentía como si estuviera completo: aunque no fueran nada, esa inteligencia artificial se las había arreglado para estar ahí cuando él lo necesitaba: cuando la vida se llevaba algo preciado para él, los peores días de su vida e incluso si Gavin rompía todo... Él no se iba.

Chateaba con él, se sentía bien y se divertía: era perfecto. Hasta se preguntaba porque demonios no había hecho esto antes. Se hizo esa pregunta por meses... hasta que, un domingo, alguien tocó su puerta. 

Gavin se levantó de mala gana del sofá y apagó la televisión.

—¿Quién mierda jode un domingo?— quejándose en voz alta, Gavin se acercó a la puerta y la abrió. Del otro lado de esta había un hombre, dos veces más grande que él y con cierto parecido a Connor, el alma gemela de Hank. 

No era un hombre. El parecido y el led activo le hizo dar en cuenta de que no se trataba de un hombre simplemente: ese era un maldito androide.

Ahora, ¿Qué CARAJOS buscaba de él un androide un domingo a la tarde? Eso sí que era un misterio. Esperaba resolverlo pronto porque quería seguir viendo su serie favorita: "the office". Su personaje favorito era Michael, ¿Crees que eso dice algo de su personalidad?

¿Qué quieres?— Gavin levantó su barbilla y cruzo sus brazos.

Yo solo te quiero a ti, ¿Por qué preguntas? ¿No soy lo suficientemente claro?— el androide ladeó la cabeza.

—¿Qué mierda?— Gavin parpadeó —¿Quién eres? ¿Esto es una clase de broma?— Gavin miró el exterior de la casa, buscando alguna indicación de que eso fuera una broma de sus amigos.

Jamás bromearía sobre esto, Gavin. Te lo juro— el androide negó rápidamente, frunciendo levemente el ceño. Se acercó a él con su mano apoyada en su corazón y Gavin le dijo que había entendido para que se alejara —Oh, perdóname, no me presente correctamente. Soy Nines, tu alma gemela.

Gavin abrió su boca y jadeo un "¿Qué?". Ahora sí, definitivamente iba a matar a Tina, esta broma había ido demasiado lejos. Pero como era una broma, decidió seguirle el juego: ese androide era atractivo, quizás podría incomodarlo hasta la muerte y hacer que se vaya. Y si no, cogería con un chico lindo.

—Oh, cariño, ¿Por qué no me avisaste que vendrías?— Gavin cambio su tono de voz a uno más afectuoso. Nines le sonrió, mirándolo directamente a los ojos. Gavin mentiría si dijera que eso no era jodidamente incómodo.

Perdón. No fue mi intención, tú me dijiste que no te gustaban los preguntones y yo... creí que si te preguntaba sobre esto te resultaría molesto. No quería incomodarte, pero ya pasaron los diez meses y mi cuerpo físico está completo— Nines bajo su mirada a su cuerpo y Gavin lo miró también. Su sonrisa burlona desapareció, ahora miraba al androide como si este fuera de otro mundo —¿Qué ocurre...?— el led de Nines parpadeó en rojo —¿No te gusta mi apariencia física?

—Espera, ¿No es una broma?

El androide parpadeó y negó una vez más: —No. No lo es Gavin, nunca me burlaría de ti. 

—Creo que te confundiste de persona... 

No, eres tú— Nines insistió —Mira, aquí— el androide arremangó su manga izquierda, apagó su piel en esa área y le señaló unas letras. Allí decía el nombre de Gavin completo. Gavin recuerda haberlo escrito para volver a entrar al chat para validar su identidad, después de un mes de haberse olvidado hablarle —Soy tuyo. 

Su voz era profunda, pero tan suave. Él lo miro de arriba a abajo: ese hombre era un ángel. Vestía una polera negra y unos jeans negros. Gavin recordó tener una foto con su ex vestido así en su antiguo perfil de Facebook. Pero por supuesto, él lo lucía mejor. No recordaba haber conocido a alguien igual. 

Sus ojos brillaban al verlo. Lo miraba con tal dulzura, que Gavin se sentía pequeño frente a él.  

—Bueno eh- esto es incómodoél murmuró —, pero... yo no te quiero— Gavin rascó su nuca —No quiero estar contigo, fue... un error. ¿Podemos dejarlo hasta aquí? Eres libre.

Un pequeño gesto de ese brillo le hizo darse cuenta de que sus palabras lo habían golpeado.  

¿Qué? Espera, ¿Por qué no me quieres? ¿Hice algo mal?— lo miró, buscando respuestas para su cambio repentino. 

—No me gustan los androides— Gavin encogió su hombro.

¿Qué quieres decir con eso? ¿No te gustan los androides? Tú me hablaste primero y yo... esperé tanto para poder encontrarte, ¿Por qué me dices esto ahora?Nines giró sus manos y las miró —Es lo único que no puedo cambiar para ti. 

Gavin se sintió ofendido. El androide lo estaba culpando ¡A él!, de haberle hablado. Debería agradecerle, mierda. Si vivía era gracias a él, debería estar agradecido de que no llamaba a Cyberlife para que se lo desecharan. 

—¿Por qué me culpas? ¡Tú decidiste responderme!, agradece que estoy siendo bueno y no te pateo el culo. Así que: shoo, shoo— Gavin agitó su mano, cerrando la puerta principal. 

¡Espera!, por favor. Déjame quedarme a tu lado, no necesito que me correspondas si no estás listo. Solo quiero amarte, puedo quedarme contigo si me necesitas.  

—Vete a la mierda, ya tengo todo lo que necesito: amigos, cervezas y un trabajo; ¿Esto?— Gavin lo señaló —No lo necesito. 

Por favor, Gavin, ¿De qué me sirve la vida sin ti...? 

Gavin cerró la puerta de su casa de un portazo y dejó a Nines afuera. Este volvió a golpear la puerta unas cuantas veces antes de qué se detuviera. Al parecer se había ido, porque cuando Gavin volvió a abrir la puerta, ya no había nadie... 

¿Por qué de repente hacía tanto frío? Gavin suspiró y volvió a encender la televisión: prometiendo a sí mismo jamás buscar de nuevo una pareja. 

Para aprender a quererteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora