Jess caminaba sola por los inmensos pasillos de su instituto, cuando de repente parecían estrecharse. Un chico llamado Andrés de dos cursos más, la miraba. Pero aquella mirada no fue como cualquiera que Jess pudiese haber sentido antes, no, aquella mirada fue... ¿Cuál es la palabra? Mágica. Jess sentía como algo se removia dentro de su estómago y como su corazón latía a más no poder. Aquel sentimiento era algo nuevo, algo que ella nunca había sentido antes, o al menos tan pronunciado. Al cruzarse, no solo fue un cruce de sus dos cuerpos en el pasillo, también se cruzaron sus corazones, y aquello parecía ser inevitable. Entonces los dos siguieron sus caminos hasta sus respectivas clases. Jess no podía concentrarse en la clase, no paraba de pensar en Andrés y en aquel momento tan repentino que siempre recordaría como su primer sentimiento de amor.