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La fiesta en su honor comenzó en cuanto ellos comenzaron a bajar de su grandioso templo, la música comenzó a la vez que los aldeanos comenzaron a alzar alabanzas hacia los dioses.

Miguel los observó con una enorme sonrisa de orgullo, por alguna razón sintió una gran adrenalina, no tardó en contagiarse de un alegre ánimo que lo hizo saltar hacia la multitud para seguirles con un canto que sorprendió a Tulio.

Nunca había visto que Miguel se arrojará de esa manera a animar alguna fiesta, estaba realmente entusiasmado, pero no le molestó su actitud, de hecho pensó que era adorable, además, parecía que todos le seguían el juego con gran adoración, él siguió su mismo juego..

Probaron diferentes tipos de comida y bebidas, algunas de ellas eran alcohólicas, sabrosas y adictivas, aquellas cosas eran ofrecidas como tributo, Tulio consumió hasta quedar satisfecho.

Pero Miguel comió como si jamás hubiese probado un trozo de comida en su vida, seguía tomando sin que se le subiese el alcohol, al contrario de Tulio que no tardó en caer borracho, aquello siempre hacía que jamás se diera cuenta de este extraño aguante que tenía a estas bebidas.

Los únicos que no estaban en la fiesta y observaban desde lejos era el sacerdote y su más fiel seguidor que estaban atentos al escenario, Kan fruncía el ceño.

Parecía molesto por la forma en la que los dioses disfrutaban de la celebración a su nombre, especialmente Miguel.

— Míralo, Acolite —, expresó Kan con gran recelo.

Acolite era su más fiel y nervioso seguidor, aunque quisiera estar en la fiesta no podía porque podría ser castigado después, este miró a Miguel, lo observó con cierta sorpresa, el dios sonreía con entusiasmo mientras que todos a su alrededor caían presas de las consecuencias del alcohol, sin embargo, Miguel era el que seguía sentado, en medio de todos los humanos que se desvanecen ante el.

— Nadie lo ve en su máximo esplendor, todos caen a su alrededor, presas del encanto de un dios que no puede ser afectado por los efectos del alcohol, tan deslumbrante —, comentó con idolatría.

Justo en ese momento la mirada del sacerdote se iluminó y dejó escapar un jadeo de admiración, el cabello de Miguel comenzó a iluminarse en un leve tono dorado que emitía un pequeño resplandor, en sus ojos aparecieron estrellas doradas a la vez que diversos tatuajes en su cuerpo que parecían haber sido hechos con oro puro, más brillantes que sus accesorios.

— Yo soy el único que puede ver la divinidad de su grandeza —, comentó con gran orgullo, — Ninguno de esos pecadores podrán verlo cuando tome su verdadera forma, solamente los más iluminados seres serán testigos... estoy impaciente —

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Tulio comenzó a abrir los ojos con cierta pesadez, sentía la cruda provocada por la noche anterior, fue una noche de fiesta como nunca la han tenido, su vista apenas podía aclararse, emitió un gemido de molestia para girarse sobre la suave superficie que había debajo de él, no tardó en percatarse de que Miguel estaba a su lado.

Una gran y boba sonrisa se dibujó en su rostro, se arrastró hacia Miguel, el cuál seguía dormido, estaba realmente feliz, apenas recordaba las últimas veces que despertaron en la misma cama.

Tal vez eran unos adolescentes que no eran conscientes de su libido, pero había pasado mucho tiempo que no compartían cama.

Sin pensarlo dos veces, Tulio se colocó sobre la espalda de Miguel y lo estrechó con gran cariño, el beso que le dió en la parte alta de su espalda hizo que el rubio comenzará a abrir los ojos.

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⏰ Última actualización: May 06, 2023 ⏰

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The secret of the gods and loversDonde viven las historias. Descúbrelo ahora