capítulo II

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Todo comenzó un día lluvioso, un día de estar en el sofá y no salir de casa, pero eso no podía ser porque me faltaba helado, para aliviar mis penas de saber que no tenía a nadie en el que apoyar mi cabeza y compartir sentimientos. En el supermercado no había nadie, así que podía comprar todas las tarrinas de helado que quisiera sin que nadie cuchichease lo gorda que me pondría. La chica de la caja me miró con cara rara cuando puse las seis tarrinas de helado de chocolate en la cinta. Me miró y me dijo -hoy otra vez fiesta de helado- miré y sonreí porque hacía dos días que me había llevado otras seis tarrinas.
Al salir del supermercado, me tropeze y me caí sobre un chico, y vaya chico. Tendría un par de años más que yo, moreno de ojazos azules. Su mirada ipnotizaba y su olor enamoraba. Me dio vergüenza caerme sobre él y que viera todas las tarrinas que llevaba de helado. Me ayudo a recojer diciéndome -una chica tan guapa como tú, porque come tanto helado?- lo miré con una sonrisa, esa que solo me salía cuando estaba en la cama con Oscar, y le dije -simplemente para aliviar penas- volvió a mirame para darme las tarrinas y me dijo -esa sonrisa tan bonita no debería quitartela nadie, porque es perfecta- me quedé patilifusa sin saber que hacer ni que decir.

Una vida nuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora