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— ¿Y un vestido?

Hoy era la primera fiesta del año, esa típica celebración sin sentido, justificada por la "iniciación" hacia los de primer año, mejor conocida como la famosa "novatada".

— Lía, lo que sea que te pongas te quedará genial.

Lía era mi mejor amiga desde tercer grado, nos conocimos cuando corría por un pasillo y ella metió el pie para que yo cayera de cara al piso.

Ese día no solo conseguí un diente para poner bajo mi almohada, sino también había conseguido una nueva amiga.

— ¿Y si me pongo un disfraz?

— Entonces espero que escojas el más sexy que encuentres.

No pudimos evitar soltar una risa.

Lía era... ¿Cómo explicarlo? per-fec-ta. Quizá por eso era la novia de Alex.

Es extraño cómo nuestra generación puede hacer popular a cualquiera que alguien considerara "cool", no necesitas ser talentoso o con inteligencia sobresaliente, basta con cagarla lo suficiente o tener un par de senos enormes para hacer que las personas hablen de ti y ponerte en el tope de la popularidad.

Alex es la prueba de eso, no tiene una inteligencia sobresaliente, tampoco es capitán del equipo escolar, la virtud que lo lanzó a la fama: ser guapo, ser jodidamente guapo.

Empezó a sobresalir cuando la pubertad le hizo un favor, comenzó a ser el típico cretino rompecorazones que no duraba dos meses con la misma chica, la mayoría de las ocasiones tenía tres novias por mes, era una extraña ley de vida que una noche de alcohol se le hizo correcto imponerse.

Luego llegó Lía y ya no era popular por ser el cretino rompecorazones, ahora era alabado por ser el ex cretino rompecorazones que fue flechado por la chica que muchos querían.

Lía no precisamente tenía unos pechos enormes, aunque sí que tenía un cuerpo envidiable, pero su belleza le bastaba para sobresalir.

— ¿Tú ya sabes qué ponerte? -Lía y yo caminábamos por el centro comercial.

— Sí, Oliver me regaló un vestido hace unas semanas por nuestro aniversario.

— Creí que ibas a terminar con él.

— Nunca dije que terminaría con él. -aclaré mientras señalaba una tienda de ropa a la que no habíamos entrado.

— Dijiste que te habías enojado.

— ¿Y en qué parte de eso está el querer terminar?

— Para mí es igual -respondió mientras se encogía de hombros.

— Mi noche no será tan buen después de ver su cara.

— Entonces despreocúpate, porque no irá.

Llevo una relación formal con Oliver desde hace seis meses, aunque lo conozco desde dos años atrás. Nuestro romance fue bastante cliché, de hecho.

Nos conocimos en la primera fiesta a la que fui con Lía, ella y Alex asistían u organizaban fiestas muy a menudo, casualmente Oliver también pertenecía a esa lista de diez chicos con fama de ser unos completos cretinos, así que Oliver tambien podía conseguir a la chica que quisiera, y era realmente increíble como con tres palabras podía encantar a cualquiera, hasta que me quiso a mí.

Por años tuve un crush muy intenso hacia Oliver. Cuando Lía comenzó a salir con Alex en el penúltimo año de instituto mi crush con Oliver se intensificó un poco, ahora ya lo tenía más a mi alcance, era el mejor amigo del chico con el que mi mejor amiga salía, y en vez de aprovecharlo yo seguía manteniendo mi distancia.

Un tiempo después me declaró sus sentimientos y me propuso una cita, al principio de nuestra relación todo era perfecto, luego comenzaron los problemas que Lía insiste en hacerlos lucir como razones para terminar y yo insisto en repetir que son los problemas que cualquier relación tendría.

— Genial, no tendrás quien te joda si te ve beber una gota de alcohol -dejé pasar ese comentario- ¿Te gusta? -preguntó mientras sostenía una falda dorada.

— Es linda.

— No te vendría mal probarte algo y llevártelo por si las dudas -insistió.

Y ni siquiera me dio tiempo de responder, en diez segundos ella ya estaba pidiendo ayuda a la chica encargada del lugar con un vestido de mi talla que vio en el maniquí de la entrada.

Media hora más tarde estábamos camino a mi casa con varias prendas de Lía y un vestido para mí. El centro comercial estaba a unos quince minutos de casa, así que no tardamos mucho en aparcar frente al jardín.

— Recuerda que estaré aquí con Alex  a las nueve y media, pero por favor, Casey, a las nueve y media.

— Sí, sí, a las diez, adiós.

— Escúchame bien, Casandra, si a las nueve y media no estás frente a esa puerta te dejo, ¿entendiste? ¡Te dejo!

Gritó mientras yo caminaba hacia la entrada de la casa.

— ¡Y ESPERO VERTE CON EL MALDITO VESTIDO!

Le hice un saludo militar y entré sin más.

Bueno, supongo que sería una fiesta interesante. Oliver no iría, así que podría tomar unos cuantos tragos.

Sí, definitivamente sería divertido.

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Holiiii bomboncitos, ¿Cómo están? espero que les haya gustado este pequeño capítulo, no olviden que en mi Instagram estaré avisando cuando un nuevo capítulo sea publicado.

Los tqm, besitos en sus caritas. ❤️

Mil y un besos que darDonde viven las historias. Descúbrelo ahora