Me llamo Tyler, solía vivir en una pequeña ciudad de los Estados Unidos de América. Solía llevar una vida tranquila y sencilla... o eso creía, no molestaba a nadie, nadie me molestaba. Era una buena vida... era una buena vida. Ahora me encuentro perseguido por mi viejo país por algo que apenas puedo comprender, sin embargo, me siento seguro... ya que ahora estoy en una Isla de Acero. El suave retumbar de los motores hace vibrar el suelo de bajo de mí, Y sorprendentemente... encontré una chica. Nunca hubiera imaginado que mi vida amorosa me llevaría a esto, sin embargo... así fue. Actualmente estoy en un acorazado, navegando por alta mar con mi novia... New Jersey... irónicamente la capitana del Acorazado New Jersey, ahora sé lo que estás pensando.
"Tyler, necesitas ayuda, estás demente"
Pero yo te diré que no... porque tengo una historia que lo prueba todo. Así que siéntate, relájate y escúchame contarte la historia... de cómo encontré un acorazado en mi puerta.
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Veamos... Supongo que todo empezó hace unos cuantos meses, cuando trabajaba como cocinero en algún lugar lujoso de la ciudad; el trabajo era decente, la paga era buena, nada del otro mundo, eso es seguro. Ganaba lo suficiente para pagar mis cuentas y ocasionalmente ir a beber al bar al otro lado de la calle. La vida era buena...aparte del drama típico de la vida cotidiana y las crecientes demandas de rendimiento en el trabajo, es por eso que bebía como solía hacerlo. Era soltero, principalmente por elección propia pero no del todo, pero, sin saberlo, todo eso cambiaría más rápido de lo que hubiera imaginado.
Estaba manejando de regreso del bar a mi casa en una fría noche de invierno. La nieve empezaba a atascarse en el parabrisas y dificultaba bastante el conducir sin entrecerrar los ojos para poder ver a través del parabrisas. A pesar de las dificultades, me las arreglé para poder llegar con seguridad a mi lugar de estacionamiento, lo que significaba otro viaje seguro desde las cocinas. Mientras retiraba mi pie del freno para derrapar lentamente en mi estacionamiento, me di cuenta de una figura en mi puerta principal. No pensé mucho en eso hasta que vi la hora en mi reloj.
"11:59 pm"
¿Qué diablos hacía una persona en mi puerta a solo un minuto para la medianoche? Empecé a ponerme nervioso. Por suerte, mi estado me permitía llevar un arma de fuego para defenderme, así que me tranquilicé cuando al tantear la camioneta encontré mi pistola entre el asiento y la consola. Haciendo uso del poco valor que necesitaba para colocar mi arma en la cintura salí de la camioneta, empecé a subir por el camino de entrada hacia mi casa. A medida que me acercaba, mi mano se deslizaba por detrás de mi espalda eventualmente sujetando la empuñadura de mi pistola. Al doblar la esquina, vi bien a la persona que estaba en mi puerta. Me aseguré de no hacer ruido mientras la observaba desde la sombra que proyectaba mi casa. No parecía que estuviera intentando entrar, sino que temblaba para mantener el calor. Aparté lentamente la mano de mi arma de fuego y caminé hacia la luz que proyectaba la luz de mi puerta.
"¿Hay algo en lo que pueda ayudarla señorita?" Pregunté con seguridad.
Ella se volteó hacia mí con una mirada de tristeza en sus ojos.
"He intentado en todas las casas de la manzana... ¿Tendrás un cuarto donde me puedas dar asilo?... Solo por esta noche" Me preguntó la chica.
La miré de arriba abajo. Estaba afuera, en plena noche de invierno, llevando solo unas medias, un vestido blanco corto y un par de guantes blancos largos que no parecían hacer nada por mantenerla caliente. Decidí hablar otra vez cuando oí el castañeo de sus dientes. Esta ha estado aquí un buen rato.
"Bueno...supongo que no haría daño ¿No vas a intentar robarme algo verdad?" Le pregunte en un tono de broma.
"Para nada. Yo... yo solo tengo mucho frío y estoy muy lejos de mi casa. Yo solo necesito un lugar donde pueda pasar la noche" La mujer me contestó con un tono triste pero serio.
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Hay un acorazado en mi puerta
FanfictionUn día llegué tarde del trabajo y me encontré a una misteriosa mujer en la puerta. Tras un momento de debilidad, decidí dejarla pasar la noche. Después de eso mi vida cambió para siempre. ¡¿Cómo iba a saber que la mujer que acogí era un acorazado?!