Good bye Quino...

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Nota de la Autora: Este capítulo contiene temas muy sensibles, si eres especial con esto y/o estas cosas te incomodan te pido de favor que te vayas retirando y no pongas comentarios groseros u otras cosas como insultos hacia mi o la historia, dichos comentarios serán borrados. Por otro lado, si decides continuar, pido la discreción del lector.

Lo primero en caer es la botella de vino que se hace añicos contra la pared y el suelo, le sigue la copa medio llena, y luego los platos de la cena pasada, con la comida sin tocar y el mantel manchado, uno tras otro, con un estrépito, rompiéndose ...

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Lo primero en caer es la botella de vino que se hace añicos contra la pared y el suelo, le sigue la copa medio llena, y luego los platos de la cena pasada, con la comida sin tocar y el mantel manchado, uno tras otro, con un estrépito, rompiéndose en pedazos como su alma y sus ganas de seguir adelante, el sol entra por la ventana con la cortina descorrida del gran comedor lleno de colores pasteles, cafés, morados y amarillos en combinaciones casi perfectas y armoniosas brillando con los rayos de luz, un ambiente feliz que se rompe por desgarradores sollozos y balbuceos de maldiciones que rompen la atmósfera junto a la vajilla rota que mancha los suelos de madera, que se le clavan en las manos cuando después del ataque de ira y la quinta botella de vino, Aquino arroja todas las cosas por los aires, perdiendo la batalla contra sus sentimientos y la descarga de alcohol que lo ha azotado a primeras horas de la mañana, donde ni siquiera han dado las nueve de la mañana, pero sigue de luto, como lo ha estado durante los últimos tres años y más.

Y mientras se desmorona en un todo de extremidades temblorosas y respiraciones entrecortadas, Mishu lo ve con pena y algo de rencor en la entrada de su comedor, con algo bailando en sus ojos que se parece mucho a la decepción, altamente avergonzado y preocupado por su "amigo" con el pastel en manos y el regalo en el suelo casi oculto a la vista, porque cuando entró no esperó los gritos y el berrinche, no esperó el olor a alcohol y rabia en el aire, le daba tristeza que ni siquiera lo viera, que no lo amara y apreciara como él lo hacía.

Y porque se mentía a sí mismo, porque claramente eso pasaría, porque se lo esperaba, como pasaba cada semana, porque ya no se le hacía raro encontrarlo desmayado por tanto alcohol en la sala o sangrando en el baño, con las cortaduras por todo su brazo, y porque se acostumbró a limpiar su desastre y hacer como si nada pasara, porque era una rutina, y la rutina le estaba cansando.

Y Aquino estaba tan encerrado en su mundo que nunca comía, que nunca salía o platicaba, que nunca le prestaba atención como si no estuviera ahí, como si viviera él solo, sólo dentro de un mundo blanco y negro, siendo el gris, monótono y mudo, rabioso, casi como una bestia que se desata tras tres botellas de alcohol o una taza de café cargada, como si tuviera un interruptor para arruinar su día, para arruinarse a sí mismo día tras día.

Le dejó el pastel en la mesa, y esperanzado le habló y le consoló pero nadie le miró, nadie le contestó, es como si hablara con una pared, una pared que se desmoronaba pedazo a pedazo cada año que pasaba, cada día que se tachaba del calendario y trataba de no darse por vencido, de ir y cuidarlo, de verlo, de sonreírle, pero nada funcionaba y sentía que perdía la batalla, contra él y contra su tristeza, porque no buscaba ayuda porque Mishu sabía que Aquino no la quería.

My 𝐏𝐢𝐭𝐲 𝐏𝐚𝐫𝐭𝐲 | 𝐀𝐪𝐮𝐢𝐧𝐨𝐛𝐲2002 ; Mini ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora