Epílogos

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Epílogo 1:

En un lugar apartado de los ojos de la humanidad, un hombre alto y canoso con ojos brillantes caminaba. En su mano portaba una poderosa hacha, y revoloteando cerca suyo se encontraba una enorme águila como compañera. A sus espaldas, los elementos que él controlaba bailaban por los oscuros cielos, con el rayo iluminando y el trueno rompiendo el silencio. Aquel dios del trueno era el mayor protector de los pueblos eslavos: Perun.

—Por un momento, creí que no vendrías —exclamó Perun, volteando a sus espaldas

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—Por un momento, creí que no vendrías —exclamó Perun, volteando a sus espaldas.

—Era necesario —respondió un hombre de rasgos asiáticos, y una gran túnica verde.

—Era necesario —respondió un hombre de rasgos asiáticos, y una gran túnica verde

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—Ha pasado tiempo, Emperador de Jade.

—Demasiado, Perun. Es curioso que seamos de los últimos dioses que aún quedan, y estemos tan distanciados.

—Algunos dioses romanos siguen vivos. Aunque Neptuno no quiso venir.

—Lo entiendo, en parte. Desde el exterminio a los egipcios y las muertes de Júpiter y Marte, no han tenido intenciones de mostrarse. Su culto fue el más golpeado, y el que finalmente se extinguió.

—No me parece excusa —exclamó Perun—. Esto es sobre el futuro del mundo. Debemos estar preparados, en caso de que Ultraman traiga a más de los suyos. Debemos asegurar la supervivencia de la humanidad.

—¿Sabes que Alá no tardara en venir por ti si continuas interviniendo en la Tierra?

—Sí él, como dios máximo del mundo, no se hace cargo de las amenazas que están más allá del control humano, entonces lo hare yo. No le tengo miedo al árabe.

—Casi te mata la última vez.

—Soy más sabio desde entonces. Además, me entere que una contraparte mía si llego a matar a una contraparte suya. No puedo quedarme atrás —dijo con una pequeña sonrisa.

—Te doy mi palabra de que mantendré a mis dioses alertas sobre ese alienígena —exclamó el Emperador—. Pero no iré a una guerra contra Alá si él no me provoca. No tengo el interés.

—Jamás te pediría eso —dijo Perun—. Fue bueno verte, después de tanto tiempo.

Ambos dioses se estrecharon las manos, dando fin a su encuentro. Sin saber, que desde las alturas había otra deidad que los observaba. Y desde las profundidades, también.

Epilogo 2:

En las profundidades del espacio, una nave solitaria se encontraba flotando. Su interior oscuro y dañado albergaba una figura delgada que se movió hasta la luz parpadeante de los controles, los cuales emitieron el mensaje de Ultraman al ser tocados. Sin embargo, por el daño en estos, el mensaje se escuchaba con estática y partes entrecortadas. Pero era lo bastante claro para entenderlo.

—Kal-Il... Estoy en camino. 

Ultraman: Último Soldado de Krypton (Tierra 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora