✵❀ Conversación №⁰⁰⁸ ❀✵

2 1 0
                                    

❀❀❀

❀ Conversación №⁸: ❀
De cuándo me encontraba ansiosa y pensé en ti para calmarme.


—Volviste... —murmuré sonriendo.

Él me devolvió la sonrisa aún más deslumbrante.

—¿Lo dudabas? —cuestionó él.

—No, yo solo...

—Tranquila, tú sin dudar no serías tú —su sonrisa siempre se mantuvo presente. Se acercó más a mi lado y me abrazó, colocando sus labios en mi frente, dejó un beso ahí—. Te extrañé, pequeña.

—Yo a ti. —una lágrima traicionera resbaló por mi mejilla. Sin darme cuenta, todo mi rostro estaba húmedo por las lágrimas traicioneras que salieron sin pedir autorización—. Te echaba tanto de menos, tanto tanto tanto.

—No llores, amor —limpió mis lágrimas con sus pulgares—. Volví, esta vez vendrás conmigo, si tengo que irme, nos iremos los dos. Porque te amo, y no puedo estar tanto tiempo lejos de ti.

—Pienso igual. —reí levemente.

—Ríete más, por favor —susurró mirándome con amor—. Por favor, jamás dejes de reír, cuando lo haces enciendes en mi interior una felicidad que creía imposible antes.

Sonreí feliz y uní nuestros labios.

Lo había extrañado tanto, tanto. A pesar de no estar por mucho tiempo, él siempre ha vivido en mí.

De estar ansiosa y pensar en él para calmarme es la mejor medicina.

—Dijiste que me amabas —sonreí, abrazándolo fuerte con mi cabeza recostada en su pecho.

—Lo hago, quiero ser feliz contigo hasta el final de mis días —sus manos empezaron a trazar caricias en mi cabello; relajándome.

—Me siento libre contigo —sonreí feliz, porque aunque él era posesivo, yo me sentía libre estando a su lado, en lugar de sentirme atada, me sentía en libertad. Me sentía yo, me sentía amada. Amada por él.

—Parecías nerviosa y ansiosa hoy, ¿por qué? —cuestionó preocupado.

—La noche estaba bien... pero mi mamá siempre logra hacerme sentir mal. —le sonreí, aunque no parecía estar cerca a parecerse a una. Salió como una mueca mal hecha—. Nos detuvo la policía, pidió papeles al conductor. Casi meten papeleta, y ajam, literalmente mi mamá me culpó, me sentí humillada cuando me dijo que siguiera lo que restaba de camino a pie. Me sentí horrible, traté de ignorarlo, traté de hacer que no tuviera importancia, y entonces pensé en ti.

>> Repetí tu nombre cientos de veces hasta lograr calmarme, lo repetí tanto... que creí haberlo desgastado. Mi mamá dijo que era mi culpa por venir riendo, ¿ahora entiendes por qué me siento en libertad contigo?

—Porque te he hecho sentir así, y aunque yo no sea perfecto, jamás te culparía de algo así. Te he dado la libertad de decir groserías, llevarme la contraria y hasta en ese lugar, tenías el pase vip para que hicieras lo que quisieras, contigo siempre habría hecho la vista gorda.

>> Sé que aunque me fui, y aunque intenté alejarte, tú y yo, siempre volvemos a encontrarnos. Quizás esta vez demoraremos un poco más en hacerlo, pero lo haremos. Al final tu siempre me has amado, y tu siempre has vivido en mi corazón. ¿Cuántas veces me has bloqueado y desbloqueado de tu vida?

—Millones de veces, he pasado por tantas etapas, la del odio, la de admitir lo que siento, la de negarlo, la de mentirme y hacerme creer que lo que sentía no era amor. La de hacerme creer no estar enamorada, la de creer no amarte, la de pensar en olvidarte, la de ni siquiera querer hacerlo. La de extrañarte, la de dejar de extrañarte. La de pensar que te he superado, la de volver a extrañarte. La de tenerte presente, pensar en ti, no pensar, llorar, reír, escribir sobre ti.

>> Tantas etapas... solo por ti.
Mi primer amor inolvidable e insuperable. Ahora me hallo extrañandote, soñando con tu regreso, con nosotros felices juntos, nuestro final feliz. También imaginado que quizás no volverás, y que, mis razones de seguir se acabarán por hundirse más. Hasta el fondo, sin retorno.

En un solo abrazo, él besó mi alma e hizo feliz a mi pobre corazón. Una sonrisa se mantuvo en la pálida y delicada piel de mi corazón, una de felicidad pura.

Y la razón era él.

—Seguirás escribiendo —sonrió tomándome del rostro, nariz con nariz, mirándome a los ojos, declaró—. Escribirás cada día, cada cosa que pasemos, sea buena o mala, cada obstáculo que superaremos, y todo lo que escribes y lees; dejará de ser solo fantasía. Porque te lo habré cumplido, darte tu final feliz; el que tanto estás anhelando. El que tanto escribes y deseas que se volviese realidad, seré todo lo que tú quieras que sea. Seré tu inspiración para mantener con vida tu corazón y tu creatividad, para mantener esos colores brillando sin cesar, esa luz, iluminando nuestras vidas, tú luz.

>> Porque eres luz, y yo oscuridad. Eres la luz que vino y se abrió paso en mi corazón, he ahí, el motivo de tantas sonrisas en mí. Tú. La razón eres tú, la razón de mis sueños y de mi vivir; eres tú.

Su sonrisa me iluminó la existencia.

—No te curé para destrozarte la vida, ni siquiera supe cuando lo hice, pero lo hice. —acarició mi rostro—. No sabía curar mis heridas, pero cuando caí en cuenta de que había curado las tuyas, las mías se curaron automáticamente al verte tan radiante.

—¿El destino nos quiere juntos? —pregunté llorosa.

—Me vale una mierda el destino; tú eres mía y yo soy tuyo.

—¿Y si... un día simplemente desapareces? —pregunté preocupada.

—No lo haré.

—En la otra vida, yo...

—En ésta, en la otra, y en las siguientes, tú seguirás siendo mía. Porque adónde tú vayas, yo iré. Somos unidos por un lazo inquebrantable, somos completamente el uno del otro.

—Pensé que te fuiste creyendo que te odiaba... —admití en un suspiro.

—Te conozco... y no me odiarías, no lo harías, no porque no fueras capaz de sentir odio, es porque; tú me amas, y a quién amas, no puedes odiar.

—Amo la...

—Amas la comida tanto como a tu soledad, pero amas más estar a mi lado.

>> Aunque jamás te faltarán las sonrisas estando conmigo, tampoco lo harán la comida y la soledad, ambos tendremos nuestros momentos propios para acompañar a nuestra soledad. Le debemos eso; compañía. Ella fue tan amable en no dejarnos solos cuando más la necesitábamos, y la amaremos por siempre, con la misma intensidad en que nos amamos nosotros.

—Somos tú, la soledad, la Bambi —sonreí con un sentimiento sobrecogedor en mi interior—. Ah, y yo, por supuesto.

—Somos nosotros, amor.

Ambos sonreímos, y yo solo pude ser feliz estando en sus brazos, respirando el mismo aire que él; amándonos.

Él era mío en esta, en la otra, y en todas nuestras vidas pasadas y por venir, estábamos destinados a encontrarnos.

Siempre volvíamos a estar lado a lado, juntos, siendo felices aunque tuviésemos que esperar tanto para aquel momento.

Entonces todo valdría la pena, tanto llanto y dolor, al final lo valdría.

Valdría la pena.

Él hacía que valiera la pena la espera.

Él era una luz que había iluminado mi vida como él decía que yo había hecho con la suya.

Ambos éramos luceros, los más brillantes, compartíamos luz y éramos luz, ambos.

Las supernovas del amor.

Eso éramos nosotros, unas estrellas con luz infinita. Luz que tomábamos para iluminar al otro.

Y eso nos hacía feliz.

Muy feliz.

❀❀❀

Conversación escrita: Sun., May 7, 10:25 p. m.

Conversaciones qué quizás nunca tendremos ✓ [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora