Vivo en un mundo en donde ya no existe la normalidad, antes podías ver parejas tomadas de la mano, los dos humanos, tal vez con un perro a su lado, muy posiblemente con un bebé, pero en cambio ahora solo puedo ver robots que aparentan ser humanos, están en todas partes, hasta parece que hay más de ellos, para donde voltees ves uno, puede ser un androide, un perro robot, no sé, tal vez tengas unas de esas latas que te sirven el café, pero sin importar que clase o tipo de robot haya, a mí me arruina la vida. Por otro lado en mí casa, gracias a esos malditos robots, lo único que abunda además de los lujos y la comodidad, es la absoluta soledad. Hace ya dos años que mí madre murió, esa herida que se abrió el 22 de mayo de 2070, nunca se volverá a cerrar, y mí padre desde que ella falleció, trabaja todo el día, todos los días, no porque realmente lo necesitemos, sino solo es para llenar ese vacío interior que mí mamá dejo cuando se fue.
Marcos, mí padre es una de las muchas personas que trabaja en el proyecto de los robots, el es un ser brillante, jamás conocí a alguien tan inteligente, por eso como agradecimiento, la empresa le regala cada robot nuevo que va saliendo a la venta, para que vaya probando su funcionamiento, y de esta forma opine acerca de el. Tal como os he dicho, mí casa lamentablemente tiene varios androides, por ejemplo el año pasado le pedí un perro a mí papá, pensé que tal vez sería más fácil adoptar uno de la calle, pero en vez de eso me compro un perro robot y tuve que conformarme, también desde que mí madre se fue, han venido a vivir muchas niñeras androide, a cuidarme, supuestamente.
Pero a pesar de tener está vida triste e inundada de melancolía, hay una luz que se enciende todos los días, cuando voy a la escuela, y llena un poco del vacío que yace en mí interior, se llama Dylan, nos conocimos un lunes cuando yo apenas comenzaba la secundaria, y ya todos sabían (por una razón que desconozco) que era la hija de un hombre muy rico, todos me prejuzgaron como la clásica chica rubía a la que su padre la malcría y le da todo lo que pide, por eso nadie me habló casi dos meses, solo Dylan que no sabía nada de mí, ni quien era mí padre, no me juzgo, como hacen tantos otros, desde ese día nos hicimos mejores amigos, ya que a él también lo dejaban de lado, por ser de nivel económico inferior a la mayoría de los estudiantes. Aunque creo fielmente que los bienes que posees no te deberían definir como persona, solo tu interior y a veces tu pasado. Pero volviendo al tema hay otra cosa que nos hace muy parecidos y es que ambos odiamos con toda nuestra alma a los robots y androides, porque se metieron con nuestra vida personal, con nuestras familias arruinando las, quizás para siempre. En el caso de Dylan, odia a los robot y en especial a los androides. Cuándo el era pequeño, (tenía unos siete años aproximadamente) uno de los humanoides que estaba fallando, agarró violentamente a su padre del cuello, hasta dejarlo sin respirar. Me contó eso, con lágrimas en los ojos, odie aun más a esos pedazos de chatarra y chables, me han quitado mucho, pero eso es demasiado. Claro que el no tiene ninguno en su casa, de hecho no viene a la mía por miedo a ellos.
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Mi Corazón, Tu Motor
Science FictionPetra una adolescente enojada con su presente, viviendo en un mundo plagado de robots, lleno de comodidades y mentiras. Un martes por la mañana, su padre le regala un androide llamado Alex, pronto la joven se da cuenta de que él no es como los demás...