London Boy| Lando Norris

O13

Suspiro una vez más sentándome frente a mi computadora.

— Deja de suspirar así, se te van a pudrir los pulmones— dice Phoebe haciéndome reír.

— Es que no puedo dejar de pensar en lo que me dijo Olympia el otro día. Ella me ve como un amigo, nada más.

— Entonces empeza a hacer cosas para que deje de verte así. Si vos le estas dando señales de amistad, es lo que esta aceptando. — dice dejando unas tostadas sobre la mesa— tampoco pidas que de la nada se tire a una pileta donde no sabe si hay o no agua.

— Pero ya no se que más hacer— me agarro el pelo con frustración.

— Lando, tenes que tener detalles con ella que un amigo no tendría. Un día podes regalarle una flor, invitarla a hacer planes distintos o simplemente podes decirle lo que sentis.

— Eso no es opción porque ni yo se lo que siento.

—  Aclarate los sentimientos primero y después pensa que hacer. Más que nada porque la que va a salir lastimada es Olympia.

Asiento a lo que dice. Antes de hacer cualquier movimiento tengo que estar seguro de lo que siento.

Cuando Phoebe se va a su casa yo empiezo con mi rutina de entrenamiento. Ser piloto de fórmula uno no es solamente subirme a un auto y correr. También requiere de entrenamientos más que necesarios para que todo salga más que bien arriba del auto.

Desde la terraza de mi casa veo a Olympia en su jardín trasero. Con la próxima llegada al otoño los días oscurecen antes y el sol es escaso, sin embargo, Olympia está sentada bajo un tenue rayito de sol leyendo un libro.

— ¡Hola!— la saludo luego de un rato de estar viéndola.

— Hola Lan— sonrie. — ¿queres venir  tomar el té? Puedo hacer chocolate caliente también.

— Claro, ahora voy.
— Muy bien, entra directamente. Esta abierto.

A la mierda el entrenamiento.

Bajo corriendo hasta la cocina, donde tengo galletas que dejó mi madre hace dos dias. Antes de salir de casa compruebo oler bien; una vez en su puerta abro y entro.

— ¡Olympia!— grito— soy yo.

— Estoy en la cocina— responde. Cada vez su acento se vuelve más Británico, pero no pierde esa esencia característica. Cuando me ve sonrie. — Hola.

— Hola, Oly— la abrazo— traje galletas, las hizo mi mamá.

— ¡Por dios! Que rico— se rie y deja dos tazas de chocolate caliente sobre la barra. — ¿Como fue tu día? ¿Que hiciste hoy?

— Pasé la mañana con Phoebe, me acompañó a hacer unas cosas. ¿Vos?

— Estudié y hace un rato salí del trabajo— come una galleta— ¿así que no tenes carrera hasta el problema fin de semana?

— Si, la próxima es en Monza.

— Oh, que lindo— sonrie. — treme un regalo.

— ¿ Y si mejor te llevo?

Niega con la cabeza mientras se rie. Que linda que es.

— Sabes que no— ruedo los ojos— no hagas esa cara Lando. Ni tampoco pienses en hacer un berrinche. Cuando tenga vacaciones te voy a acompañar.

— Con Phoebe funcionó lo del berrinche. Aparte, ¿cuando vas a tener vacaciones? Quizás sea a fin de la temporada y no podíamos ir a ninguna carrera.

— No seas caprichoso, cuando llegue el momento te acompañaré. Mientras tanto, te voy a seguir mirando por la televisión.

— Esta bien— suspiro lavando las tazas— acepto la derrota.

— Me parece perfecto— deja un pequeño beso en mi hombro mientras pasa pero atrás mío. La piel se me eriza, o como diría Olympia, se me pone la piel de gallina. — ¿Que vas a cenar?

— No lo sé, nada quizás. Constanza no esta, así que nadie me controla con la comida.

— ¿No?— pregunto cruzado de brazos, apoyado en la encimera.

—No. Harper y yo vamos a hacer un podcast.

— No me cambies de tema.

—  Y vos no seas pesado, te estoy contando algo.

— ¿De que va a ser el podcast?

— De dos jóvenes adultas hablando de sus experiencias, libros, música. De la vida básicamente.

— Realmente estoy muy emocionado por escucharlo.

— Te voy a mandar un saludo al final del capitulo. Con mucho amor para mi amigo Landi.

Hola, hola!

Volví después de mucho tiempo, espero que les guste este capitulo.

Les mando un beso.