El reloj marca a las 5 de la mañana y aún sigue oscuro en las calles de Santiago, afuera de una casa la moto mal estacionada bloquea la libre circulación en el pasaje; la puerta de la reja y la puerta principal de la casa se encuentran abiertas lo que denota un sentido de urgencia tremendamente grande, a esto se le suma la atmósfera recargada y pesada por un llanto de un hombre: es Alejandro, el Archivista, quien se encuentra llorando como si fuera un niño. Edo contempla la escena pasmado, ya que siempre Alejandro se ha caracterizado por ser una persona estoica y que nunca ha demostrado sus sentimientos.
Dentro de la casa un letrero de cartulina corona el living, se encuentra no solo Alejandro, también está su amigo de la adolescencia Tomás, su hermano Gonzalo, y su señora Catalina e hija Fernanda. Se trata de una intervención al más puro estilo de How I meet your mother. Todos los presentes, al ver que Alejandro no puede hablar, es Tomás quién se anima a leer una nota que tiene entre sus manos levemente temblorosas.
—Amigo, usted sabe que lo quiero mucho, por muchos motivos: yo estuve viviendo en su casa, usted me recibió cuando no tenía dónde llegar y por eso siempre voy a estar agradecido, así que esto que estamos haciendo en conjunto es porque te queremos, lo queremos a usted amigo, así que por eso le voy a decir las siguientes palabras: a mí me encanta compartir tiempo con usted ¿cuántos trabajos gratis no le hice? la paso la raja cuando salimos de gira, tú me has ayudado a crecer no solo profesionalmente sino como persona, usted una persona súper inteligente es una persona súper inteligente amigo; pero yo tengo un hijo al que no puedo fallarle, y usted es el tío que más quiere... y como usted sabe no quiero que mi pequeño tenga un mal ejemplo— De a poco se empiezan a entrecortar las palabras de Tomás, le duelen pronunciarlas pero más le duele lo que han ocurrido en estos últimos meses. Inmediatamente, al ver un espacio, es Catalina abrazada de su hija quién comienza a expresarse.
—Amor, estamos juntos desde chicos, en las buenas y en las malas, te he apoyado en todo momento y estoy muy feliz del éxito que has alcanzado; eres no sólo un buen mago sino que un excelente humorista, y Chile es testigo de eso... nada va a cambiar lo que siento por ti y por lo mismo tus acciones se han vuelto un dolor muy grande en mi pecho...— se corta a sí misma para abrazar a su hija quién comienza a sollozar.
Así pues, Alejandro ya mucho más compuesto y en un notable esfuerzo por gobernar sus emociones, decide tomar la palabra.
—Eduardo Alejandro Carrasco Rodríguez, no solo eres un sensacional amigo, sino que tienes un segundo nombre muy varonil— se le escapa una risa nerviosa y continúa. —No voy a nombrar todos los valerosos actos que has realizado, ni tampoco el importante bastión que representas para mí como alguien digno de ejemplo, has seguido tus sueños incansablemente. Hoy nos hemos reunido, querido amigo, para expresarte nuestra preocupación porque lo que comenzó como algo sin importancia y un hecho aislado -que a cualquiera le puede pasar- se ha transformado en un problema que ya no podemos dejar de hablar: tú alcoholismo, amigo. Es algo que te está frenando, necesito, necesitamos, que vuelvas a conectar con el Eduardo ambicioso que conocí con Tomás, hemos visto cómo en estos últimos meses no estás dando lo mejor de ti en el podcast... lo cual es raro porque pareciera que a la gente le gustan cada vez más los capítulos— reflexiona precisa y críticamente.
A Edo se le ve descolocado, la mirada perdida en el espacio y los ojos resecos, la mandíbula apretada, tenso completamente. Este hombre tubo una infancia dura, se crió bajo las propias leyes que un adolescente se pudo dictar así mismo; es solo la paternidad la que lo hizo cambiar ciertas prioridades, sin embargo el trabajo emocional que tiene solo le permitió expresarse de la siguiente manera:
—Que se han creído ¡Basuras!—
Su hija comienza a llorar.
A un mareado por el whisky y un poco desorientado por el nulo descanso, sale de la casa dejando atrás de sí un seco portazo, se pone el casco y acelera.
Todos se miran desilusionados. —¡Linda la hueá!— exclama Gonzalo desde una esquina en penumbras.
***
Más o menos una más semana adelante, en un día domingo por la tarde encontramos a Edo sólo en estudios Neverland, sentado en una silla de metal, con una botella de ron a medio consumir, pareciera que pretende olvidarse de su evidente problema.
—¡Ja! estoy buscando salir de esto... y tal vez encuentre la solución en el fondo de esta botella... pero es la última. Porque en un ratito más vamos a grabar el especial con los amiguetes— se pone de pie y sin advertirlo vuelca su botella, camino arrastrando los pies hacia la cocina y se prepara un café.
Entonces llega Gonzalo a preparar la mesa técnica. Es Edo quién se acerca.
—Hermano, hermanito ya entendí... pero no puedo, no puedo hablar con mi familia; contigo es con quién he pasado más cosas, me da vergüenza hermano, la verdad...—
—¿Sabes qué? ¡ya estoy cansado de tus excusas! ¿te acordai que hace tres meses me dijiste lo mismo— Increpa. —Si en realidad va'i a hacer algo, si de verdad quieres cambiar, vas a tomar cartas en el asunto ¡Pero esas excusas no! ¡saco de huea!— Edo había tomado una baraja que casualmente tenía cerca suyo. —¡Viste que te pones hueón! ¿Cómo chucha quieres que te tome en serio si te poní a hacer estupideces?— recrimina.
Gonzalo se retira de la anotación reventando la puerta tras de sí. Edo camina al vestidor para ponerse la minifalda y subir torpemente el cierre, para prepararse para el especial de Queen.
En ese momento, entra Tomás llamado —¡Edooo! ¡Edo! ¿Qué onda con Gonzalo?— detrás entra Tatan con algunas compras. Ambos sienten el fuerte olor a ron y sudor que había.
—¡Pucha amigo!— se apresura a abrazarlo y tomarlo por las costillas. Tatan despeja un sillón para que se recueste.
Edo balbucea antes de articular sus palabras —Hueón, estoy chato que me juzguen, Gonzalo culia'o ingrato; vo' y Tatan también, de mierda... ¡Anda a pintar con tus temperas culi'as feas!— nadie sabía a qué se refería pero todos notan lo gratuito de sus insultos.
Hubo un silencio en toda la casa, se escucha nada más que las aves de fuera. Tomás y Tatan se miran con pena.
Edo se encierra en el baño y comienza a vomitar.

ESTÁS LEYENDO
The table is fxcking rolling
FanfictionCuando se alcanza la cima, no queda más que mirar para abajo, algunos tienen vértigo. Edo Caroe escala a pasos agigantados hacia la cúspide del humor chileno, al mismo tiempo debe luchar contra una vocecita intrusiva en su mente que lo lleva a desva...