Blood Moon Rising

5

Correr, mi aliento quemándome en el pecho y jadeando, mis costados agitados, mi cabeza girando mientras trataba de ver lo que venía detrás de mí, este era todo mi mundo. ¿Qué diablos fue eso que se estrelló contra los árboles detrás de mí? Pensé que me había escapado y los había dejado a todos atrás la noche anterior. Me habían perseguido por la mitad de la montaña y durante la mayor parte de la larga noche, hasta que los primeros rayos del amanecer iluminaron el cielo.

Fue entonces cuando el cambio se apoderó de mí otra vez, arrojando mi cuerpo al suelo del bosque y torturándome de nuevo, solo que esta vez cambiándome de nuevo, haciéndome humano otra vez.

Me acosté en el suelo cuando terminó, exhausto, llorando desesperadamente de dolor y deseando estar muerto. Gemí cuando finalmente me puse de pie y tropecé entre los árboles, tratando de regresar a mi camioneta y mi campamento. No podía encontrar el sendero, y comenzaba a temer que estaba irremediablemente perdido en estas montañas porque los lobos me habían perseguido demasiado lejos de los senderos, cuando escuché los inconfundibles sonidos de persecución detrás de mí nuevamente.

Era de día. ¿Por qué, en el nombre de Dios, seguían persiguiéndome, y cuántos de ellos estaban allí de todos modos? Maldita sea, pensé que había cubierto mis huellas. Ahora lo que sea que estaba detrás de mí se estaba acercando, sin importar lo mucho que intentara tomar una acción evasiva. Intenté esconderme en una zanja a la sombra de los árboles y cubrirme con hojas y paja de pino para ayudar a ocultar mi olor, pero los que me perseguían también se detuvieron, segundos después de que yo lo hubiera hecho, escuchando, esperándome. Imaginé que podía escuchar su respiración lenta y constante mientras estaban allí: pacientes, inexorables, despiadados, malditamente implacables. Finalmente, cuando no pude soportarlo más, cuando mis nervios se rompieron y mi cuerpo me gritaba que hiciera algo, que me moviera, que saliera corriendo, salté de mi escondite y corrí de nuevo, y el sonido de la persecución comenzó justo detrás de mí mientras huía.

Podía escuchar un arroyo más adelante, cayendo a través de las rocas, así que me dirigí directamente hacia él, pensando que podría correr por el medio y ocultar mis huellas. Estaba bastante seguro de que había visto a gente hacer eso en las películas, ¿no? Cuando llegué, me zambullí, el agua helada me hizo jadear, aunque el agua solo me llegaba a las rodillas. Me dirigí río abajo, abriéndome camino y tropezando con las rocas y los palos y troncos parcialmente ocultos en el agua que corría rápidamente, tratando de no torcerme un tobillo. Eso sería todo lo que necesitaría. Después de solo unos pocos pasos, tropecé con algo escondido en el arroyo de todos modos y caí de cabeza, enviando una salpicadura helada sobre mi pecho y hombros, dejándome sin aliento y atravesando mi carne casi dolorosamente.

Tropezando en la otra orilla, con los dedos de los pies chapoteando en el barro entre ellos, pude sentir el viento frío bailando sobre mi piel, esparciendo bultos fríos sobre mi cuerpo desnudo y haciéndome temblar tan fuerte que mis dientes comenzaron a castañetear. Me detuve, esforzándome por escuchar los sonidos de alguien que todavía estuviera detrás de mí, inclinando la cabeza como un ciervo salvaje para escuchar.

Allí, los sonidos estaban muy lejos, pero seguían allí. Maldita sea, todavía venían, todavía detrás de mí. Eché a correr y ellos se precipitaron tras de mí entre los arbustos, renunciando a toda pretensión de esconderse. Di media vuelta y trepé por la pequeña elevación que tenía delante y volví a caer al tropezar con un tronco que no había podido ver entre las sombras de los árboles.

Volví a tumbarme, esta vez consiguiendo sujetarme con las manos antes de tragarme la tierra, pero me incrusté pequeños trozos de ramitas, rocas y paja de pino en las palmas de las manos en el proceso. Los ruidos y traqueteos en los arbustos se detuvieron cuando lo hice y comenzaron de nuevo tan pronto como me puse de pie.