Cap 11

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Desde aquella preciosa noche, cada día fue mejor que el anterior.

Ahora cada vez que Cucurucho llegaba a su casa le obsequiaba algo, algunos días eran flores, otras veces eran postres de aspecto bonito y un delicioso sabor, siempre se preguntaba si el mismo hacia esos postres.

A cambio de esos regalos, Roier le hacia otros, ya sea en objetos, o como su reciente lenguaje de amor, preparando diversos platillos, en especial los que respectan a su cultura.

Algunos días, Cucurucho se tomaría un largo tiempo de ''preguntas'', donde preferiría pasar el tiempo con el castaño, ya sea que solo estuvieran en presencia del otro o proporcionarle la ayuda que tiene permitido darle a los habitantes.

Pero otros días, ambos se quedaban dentro del hogar, ambos recostados y abrazados en la cama, disfrutando de la presencia del otro, y como cada vez que sucede, Roier es el primero en quedarse dormido y al despertar se encuentra solo, pero siempre a su lado hay una flor en forma de despedida.

Por ahora, los únicos que saben de este romance (según él) son sus compañeros de secta, ya que, en una de sus visitas a la torre, a Mariana se le ocurrió la brillante idea de mencionar su encuentro con el albino, y su sola mención hizo sonrojar al castaño y poner la sonrisa más boba de lo normal.

Fue divertido como primero el ojimorado mencionar tener experiencia previa con osos así que le dio un par de tips, para después mencionar todos los beneficios que podría traerle esta nueva relación.

Las burlas sobraron por horas, pero en lugar de avergonzarse, se unió a ellas, fue una tarde divertida.

Al regresar a su hogar, Cucurucho ya lo esperaba oculto, así que lo dejo pasar a su casa, sabía que las muestras de afecto publicas meterían en problemas al albino, así que cuando se hallaron resguardados entre las paredes de la morada, se dieron un cálido abrazo.

Roier no podía evitar siempre dar un resoplido al abrazarlo, pues la diferencia de altura era lo suficiente para que la cara del oso quedara de frente a su pecho, dejándolo a la altura de sus orejitas felpudas, las cuales ama besar al abrazarlo y hoy no es la excepción.

Y así como la primera vez que las acaricio, se dio cuenta que más que un punto sensible, era más relajante que otra cosa, podía sentir como la tensión en sus músculos se desvanecía con cada beso y como el dormir era más fácil para el oso si acariciaba suavemente sus orejas.

Pero definitivamente el verlo sin máscara era algo muy especial, cuando se reunió con sus amigos trato de describir su apariencia, pero no sabía cómo hacerlo sin hacer comparaciones cada dos por tres y endiosar sus características tanto que los otros creían que tal vez alucinaba.

Pero que esos bellos ojos vean directamente su alma y su sonrisa derrita su corazón es una experiencia bonita cada vez.

Hoy no es diferente, refugiados en una habitación donde nadie puede verlos, ambos están sentados sobre la cama, Roier con la espalda contra la pared y Cucurucho contra él.

El albino le gusta jugar con las manos del arácnido, le gusta compararlas con las suyas, son grandes y algo ásperas o al menos así se sienten las partes expuestas, se pregunta si las extras también son iguales o serán más suaves ya que no están siempre en contacto con herramientas y armas.

A diferencia de las del castaño, las suyas son un poco más pequeñas, pero sus dedos son largos y estilizados, algunos de sus compañeros dicen que tiene manos de pianista, él no sabe lo que es, pero si lo dicen tal vez sea cierto.

''Debes tener cuidado''

La voz del albino lo despertó de su pequeña siesta, en consecuencia, el oso se recuesta más contra él y sostiene sus manos contra su pecho.

''La federación...planea algo, no sé lo que es, no estoy calificado para esa información''

''¿Es clasificado?''

Esa va a modo de burla con el tonito que tiene su mascara, seguiría burlándose de no ser por el codazo que le propina.

''Lo digo en serio, lo único que sé es que algo paso, algo importante, lamento no poder ayudar más, pero no puedes decírselo a nadie''

No sabe que responde a eso, el silencio que le sigue es abrumador.

''Tal vez cuando pase podremos pedirle ayuda al ángel o si es demasiado malo, al demonio''

El silencio una vez más, pero esta vez es diferente, pudo sentir como el cuerpo del albino se tensaba, casi imperceptible de no ser por sus sentidos agudizados.

Ahora había una pequeña espinita clavada debido a su silencio.

''Tal vez no pueda venir mañana, la federación me dio algunas tareas que me tomaran algo de tiempo, así que, si no te molesta, quisiera quedarme contigo un poco más''

Definitivamente eso no lo dejaba más tranquilo, pero hasta el admitía que de alguna forma se había acostumbrado a su compañía, así que beso suavemente su cabello dando inicio así a una pequeña sesión de besos y coqueteo.

Definitivamente extrañaría esto.

Déjame intentarlo, aún, si pierdo en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora