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VIOLENCIA ANIMAL

EXTRA

El viento aullaba con fuerza contra su rostro. Yoo Kihyun había cumplido veinte años de edad aquella mañana de primavera, sin embargo, poco su mente recordaba aquel día. Aspiró el aire puro que los árboles le brindaba y cerró los párpados pálidos para sentir aquel deleite. Estaba sentado frente a la puerta de la cabaña, disfrutando del sol y ventilando el lugar donde vivía. Dejó caer la cabeza contra la pared de madera vieja y bajó la mirada a sus manos resecas y frías. Los ojos avellana de Kihyun miraron adormilados la lejanía del bosque, tratando de divisar una silueta oscura a lo lejos. Entrecerró los ojos cuando no pudo ver más allá de unos pocos metros. La vista le fallaba tanto que no podía evitar fruncir el ceño.

Su estómago rugió una vez más y lo frotó con cuidado. La lana contra su piel se calentó y volvió a cubrir su boca y su nariz con la bufanda roja que Jooheon había dejado de lado. Estaba descolorida y mantenía el aroma a lago, de alguna manera Kihyun se relajó y volvió a cerrar los ojos cuando sintió el aroma del hombre en aquella ropa.

A veces el hambre le daba sueño. Otras lo molestaba tanto que no podía aguantar el dolor de cabeza. El chico entrecerró los ojos una vez más y trató de levantarse. Se apoyó, como siempre, en su único pie. El viento chocó con fuerza contra su rostro y el dolor de cabeza lo obligó a sentarse nuevamente. No podía pararse. Kihyun frunció el ceño y sus ojos se cubrieron de lágrimas ante la ventisca. Volvió a mirar la belleza del bosque, ¿Había pasado tres días? No, tal vez dos o cuatro. No lo recordaba bien. Kihyun mojó sus labios resecos y agrietados, sintió la menta en su lengua. Ya se le había acabado el agua y lo único que su cabeza anhelaba era oír aquella voz gruesa contra el oído.

Kihyun ladeó la cabeza y cerró los ojos una vez más. Le pidió a los dioses que Jooheon se apurara, aunque en su condición Kihyun poco creía en las divinidades. Una vez había encontrado un relicario bajo las tablas del suelo. Era blanco, cubierto de tierra y huevos de arañas. Le había preguntado a Jooheon si creía en Cristo, y este nomás se encogió de hombros y susurró que era un animal más. No le sorprendió la respuesta.

Habían limpiado la cabaña de arriba abajo; ambos tardaron alrededor de un mes en decidir si entraban a la habitación de Zhou o no. A veces se quedaban afuera de la puerta, cada uno guardando y proyectando sus propios recuerdos dentro de su cabeza. Kihyun lo único que recordaba era una melodía chirriante que se metía en su cabeza y no salía más. De alguna manera recordarla lo ponía de mal humor, en cambio, Jooheon se volvía más ausente de lo normal. A veces solo se quedaba quieto, con aquel ceño fruncido que siempre ponía cuando estaba confundido y pensativo. Kihyun se moría por preguntar, pero de alguna manera su boca jamás arrancaba las palabras. Solo se quedaba ahí, tomando su mano y esperando que dijera algo. Al final el tema quedó en la nada, no entraron y Kihyun cerró la boca cuando Jooheon volvió a arrastrar el mueble que cubría la puerta de madera.

Tampoco trató de entrar por su propia cuenta. A veces la tentación lo llamaba cuando iba al baño, pero era una sensación extraña que lo abrumaba. Al paso del tiempo Kihyun empezó a respetar el sentimiento de Jooheon respecto a su pasado. Antes no podía comprender que de alguna manera hablar de Zhou frente a Jooheon era como abrirle el pecho y apuñalar su más grande debilidad. Tal vez porque jamás pudo protegerlo. Kihyun solo se quedaba callado.

De alguna manera muy en su interior sabía lo que había pasado con Zhou, pero no recordaba que Jooheon se lo dijera. Él seguía con su vida como si nada, guardando ropa dentro de una mochila, despidiéndose por las mañanas y desapareciendo días enteros. Y ahí estaba Kihyun, esperando frente a la puerta de la cabaña su maldito regreso. Levantaba la cabeza cuando buscaba saber la hora, la luz, las sombras, Jooheon le había enseñado tantas cosas que el menor se sentía tan inútil por no ponerlas en práctica. A veces le dolía el muñón de su pierna y el simple movimiento le causaba un calambre espantoso.

VIOLENCIA ANIMAL (Kiheon adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora