𝐈𝐠𝐧𝐨𝐫𝐚𝐦𝐞 《sproier》

CAPITULO 6

Al llegar al instituto me encontré con Mariana.

–¡Mariana¡– dije sonriendo abrazándolo mientras Spreen hacia una mueca rara.

–Roier, cuanto tiempo sin verte– dijo correspondiendo al abrazo.

–Pero si nos vimos hace dos días– dije riendo leve.

–Igualmente es una eternidad mi querido Roier– sonríe.

Un carraspeo proviniendo de Spreen nos hace separarnos y fijar nuestra vista en él.

–¿No se supone que tienes que enseñarme el instituto?– dijo molesto al verlos.

–¿No se supone que no querías que te lo enseñará yo?– dije de la misma forma.

Spreen solo bufo y se dio la vuelta dispuesto a marcharse.

–Ey, espera, te enseñaré el instituto más tarde, pero Mariana también vendra– dije mientras comenzábamos a caminar los tres al mismo paso.

Había un silencio muy incómodo que fue cortado por Mariana queriendo aligerar un poco la situación.

–Bueno... Spreen, ¿Por qué de repente vienes a este instituto?

–¿A caso no puedo?,¿Esta prohibido que este acá?– dice mirándolo mal y serio.

–N-no, y-yo solo.

–Él tiene derecho a preguntar– dice Roier interrumpiendo a Mariana y dejando callado a Spreen.

–Si, yo solo tenia curiosidad, no tienes porque ponerte así, primo– dijo algo nervioso.

Spreen no dice nada más hasta que llega a su aula correspondiente.

Como es el primer día, en la primera hora asignarán los asientos en los que estarán sentados durante todo el año.

–Bien chicos, los asientos los asignare por orden alfabético– dijo la profesora comenzando a nombrar gente.

–Spreen... y Roier, siéntense en la fila del medio en la izquierda. – dijo la profesora indicando sus sitios.

–¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!– dijimos a la vez Spreen y yo.

–Será porque estoy acomodando en orden alfabético – dijo la profesora dejandolos sin reclamo.

Roier resignado se sentó en su sitio y vio como Spreen con una mueca de molestia se sentó a su lado.

"No podría tener una mejor suerte"
Pensó Roier.

"No sé qué hacer para aguantarme... digo, aguantarlo"
Pensó Spreen.

Cuando la profesora termino de decir donde se sentará cada uno, explicó como trabajariamos su materia. Cuando acabó la hora vino el siguiente profesor a explicar su asignatura y así sucesivamente hasta que llegó la hora del receso.

Roier se levantó rápidamente para ir a buscar a Mariana pero una mano lo detuvo.

–Todavía me tienes que enseñar el instituto –dijo Spreen sin soltar mi muñeca.

–Espera, déjame buscar a Mariana.

–No hace falta ya viene hacia aquí– dijo señalando a un Mariana sonriente acercándose a ellos.

–Hola chicos, vamos a enseñarte el instituto o qué– dijo jalando a Spreen y levantandolo de su asiento.

Spreen soltó la muñeca de Roier y los tres empezaron a caminar por el instituto mostrándoselo a él.

(...)

–Eso es todo– dijo Mariana de tanto caminar.

–Deberíamos de regresar ya mismo, empieza la siguiente clase– dijo Roier.

Spreen simplemente asintió.

–¿Qué? Pero yo quería ir a comer en la cafetería– dijo haciendo un pequeño puchero.

–No da tiempo– dijo Spreen por primera vez hablando desde que le enseñaron el instituto.

–Pero...

–Toma– dice Roier dándole una bolsa de papas que tenia en su mochila– me lo veía venir– ríe leve.

Mariana recoge la bolsa y empieza a comer mientras regresan al aula.

(...)

–Al fin terminaron las clases– susurré para mi mismo.

Durante el resto de clases Spreen y yo estuvimos callados nuevamente en un silencio incómodo, cómo siempre.

Me levante de mi sitio para irme a casa y salí del instituto.

–Oye, espera– dijo alguien detrás de mi haciéndome parar nada más salir– tu madre me dijo que hoy tendrías que venir a mi casa porque ellos están trabajando ahora y llegarán tarde– dijo con una mueca que no sabía si decir si era de molestia o divertido.

–¿Q-qué? Pero yo tengo las llaves de casa.

Busqué en la mochila mis llaves pero no las encontré. Suspiré y no me quedó más remedio de seguir a Spreen que ya había comenzado a caminar hacia su casa.

Hoy sería una tarde algo incomoda.