CAPITULO 3

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Durante los meses que no estaba Spreen, igualmente seguía yendo a casa de Ama con mi madre, nunca se cansan de hablar, ahí fue cuando conocí a Mariana, el primo de Spreen.

Justamente el día de navidad fuimos a su casa, tenía 13 años, hasta ese entonces Spreen solo venía a la CDMX en los días especiales como navidad para estar con su familia, y cómo no... nosotros lo celebramos con ellos.

Ese día había tomado el valor para preguntar a Spreen el porque me ignoraba. Pero nuevamente el destino no quiso que eso sucediera.

[Edad: 13 años ]

Había llegado a casa de Spreen y esperaba verlo.

-Hola, Roier- sonrió la madre de Spreen dejandolo pasar.

-Buenas noches- sonreí amablemente y fui a sentarme en el sofá.- Esto.. ¿E-esta Spreen?- pregunte con nerviosismo.

-Oh, los siento, Spreen fue invitado por un amigo suyo a una fiesta y no viene hoy -dijo Ama.

-A-ah... no pasa nada- dije con un poco de tristeza agachando la cabeza.

Ama iba a decir algo más para animar a Roier pero fue interrumpida por el sonido del timbre.

-Roier, ¿puedes ir a abrir la puerta?, tengo que ir a ver si la comida esta lista .

Roier solo se levanto dispuesto a abrir la puerta, cuando la abrió casi se muere del susto al ver a un chico medio alto sin nada de ropa y abrigada puesta.

Era diciembre y hacía demasiado frío, y el chico de gorro se encontraba frente a él, solo llevaba puesto una camiseta de manga larga, unos guantes y un gorro de lana.

-H-hola- dijo mientras tiritaba del frío.

Roier no respondió y solo lo cogió de la muñeca y lo llevó a la sala donde estaba la estufa, cogió unas matas y las puso encima de él abrigandolo.

Ama se quedo con la boca abierta al ver como había llegado su sobrino a casa.

-¡Dios mio, Mariana!, ¿Qué ocurrió?!

Roier se sentó a su lado observándolo.

Mariana solo sonrió feliz como si hace unos minutos no hubiese estado muriendo de frío.

-Cuando estaba viniendo vi a unas personas sentadas en la calle que solo llevaba una camiseta puesta y una mata- comenzó a explicar- Así que me quite casi todo lo que llevaba y se los di para que no pasaran frío en esta época del año, les iba a dar mis guantes y mi gorro pero ellos dijeron que no querían que yo pasara frío. - hizo un pequeño puchero - Yo podría haber aguantado hasta llegar aquí. - dijo sonriente y orgulloso de si mismo.

- Llamare a mi hermana para avisarle que estas aquí- dijo Ama sorprendida por la bondad de su sobrino.

Mariana asintió sonriente y se giro a ver a Roier que también estaba sorprendido.

- ¿No tenias frío?- pregunto Roier mientras tocaba su mejilla ya que le parece tierno y el no se resiste a tocar lo tierno.

- Si que tenia frío, pero pensar que ellos sufrían lo mismo todos los inviernos, me hizo sentir mal- dijo mirando el suelo.

- Eres... eres muy bueno.

- Si, bueno, muchos me lo dicen- sonrió - ¿cómo te llamas?.

- Roier, ¿y tú?- sonríe.

- Osvaldo, pero dime Mariana.

Comenzaron a hablar y jugar como si fueran amigos de toda la vida. Acabaron de cenar todos y Roier se estaba despidiendo de Mariana con un gran abrazó, cuando Spreen entró por la puerta mirándolos.

Mariana se separo del abrazó al darse cuenta de su presencia.

- Hola, primo- saludo Mariana a Spreen.

- Hola- respondió secamente mirando a Roier en lugar de él.

Roier solo se quedo mirando el suelo sin atreverse a levantar la mirada.

- ¿No vas a saludar a Roier?- preguntó Mariana a Spreen sin saber porque había un ambiente tan tenso entre ellos.

Roier levanto la mirada chocando con la de Spreen que rápidamente la desvio y sin decir nada subió a su habitación.

- Que raro- susurro Mariana nunca había visto actuar de esa manera a Spreen.

Antes de poder decir nada su madre ya había despedido de su mejor amiga y estaba llevado hacia la salida.

𝐈𝐠𝐧𝐨𝐫𝐚𝐦𝐞 《sproier》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora