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Gonzalo, un chico arromántico de 17 años, alto, de pelo rizo y oscuro, y ojos verdes, se sentía atrapado en una mentira cada vez que alguien le preguntaba si tenía novia o le confesaba sus sentimientos. Sabía que las personas lo veían como alguien pansexual, pero él no quería lastimar a nadie con la verdad, así que siempre inventaba excusas.

Un día, después de la escuela, Gonzalo decidió caminar por el parque para despejar su mente. Mientras paseaba, se topó con un chico llamado Juan, de su misma edad. Los dos comenzaron a charlar, y Gonzalo se sintió cómodo hablando con él. Se dieron cuenta de que compartían intereses similares, como la música y los deportes.

Gonzalo comenzó a sentir que había encontrado a alguien con quien podía ser completamente sincero. Finalmente, decidió contarle a Juan la verdad sobre su orientación romántica y cómo se había sentido atrapado en una mentira todo ese tiempo. Para su sorpresa, Juan también resultó ser arromántico y entendía exactamente lo que Gonzalo estaba pasando.

A medida que se conocían mejor, Gonzalo y Juan comenzaron a desarrollar una fuerte amistad que los ayudó a superar sus problemas personales. Juntos exploraron nuevas experiencias, desde probar nuevos deportes hasta asistir a conciertos de bandas underground. Gonzalo se sintió más feliz y más seguro de sí mismo que nunca antes.

Un día, mientras Gonzalo y Juan caminaban por el centro de la ciudad, escucharon música proveniente de un edificio cercano. Era una banda local tocando en vivo. Los dos se miraron emocionados y decidieron ir a ver el espectáculo. Al llegar, se encontraron con una multitud de personas que bailaban y cantaban al ritmo de la música. Gonzalo y Juan se unieron al grupo y comenzaron a bailar.

Fue en ese momento cuando Gonzalo vio a una chica sola, parada al margen de la multitud. Ella parecía aburrida y triste, como si no supiera qué hacer en medio de toda la emoción del espectáculo. Gonzalo se acercó a ella y le preguntó si quería unirse a ellos en la pista de baile.

La chica sonrió tímidamente y aceptó la invitación. Mientras bailaban, Gonzalo se dio cuenta de que se sentía diferente a como se había sentido antes. No sentía el amor romántico que había visto en las películas, pero había algo en la chica que lo hacía sentir bien. Gonzalo se dio cuenta de que, aunque no era arromántico, tampoco necesitaba sentir una atracción romántica para disfrutar la compañía de alguien.

Después de la noche en el espectáculo, Gonzalo y la chica se despidieron. Gonzalo sabía que no sentiría amor romántico por ella, pero también sabía que había encontrado un nuevo tipo de amor en su amistad con Juan, y que eso era suficiente para él. Y aunque nunca se enamoró de la chica, siempre recordó esa noche como un momento importante en su vida en el que descubrió algo nuevo y emocionante sobre sí mismo.



~La historia de alguien arromantico~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora