Debió suponer que su nuevo descubrimiento no haría más que hacerla correr en círculos.Sigue pensando en eso y luego frenándose a sí misma porque está más asustada de lo que se permitiría admitir en voz alta.
Solo quiere perderse unos segundos o al menos conseguir que su mente guarde silencio el tiempo suficiente para lograr calmar el desastre que se está creando ahí dentro y esa es la razón por la que se escapa hasta el salón de baile.
Aunque técnicamente no está escapando, solo tomándose un par de minutos más de los que debería y tal vez también se aprovecha un poco de su posición (inventando la excusa de que Lisa le pidió salir antes por un ensayo), y huyendo de las garras metafóricas de su maestro de ciencias.
Necesita el espacio para sí misma así que no se siente particularmente culpable por la mentira.
Camina a pasos rápidos mientras sostiene con fuerza la correa del bolso.
Su mente sigue viajando entre pensamientos sobre los tatuajes, las almas gemelas y el cómo reconocerlas, solo para terminar con la imagen de cierta pelirroja a quien ha estado intentando evitar.
O al menos lo hace fuera de la hora que practican juntas después de clases.
Por obvias razones el salón está vacío y enciende los parlantes para reproducir una lista al azar dejando que el sonido adormezca sus sentidos antes de cambiarse.
Tiene especial cuidado al remover las pulseras en su muñeca y aunque lo último que quiere (conscientemente) es verlas, no puede evitar repasar las líneas con la punta de sus dedos.
Escrito con tinta negra y en una letra que no reconoce, un simple: «¿Sabes dónde está el salón de baile?» se puede leer en su muñeca izquierda, es bastante llamativo contra su piel y no ha dejado de perseguirla desde que supo todo lo que significaba.
Ignora deliberadamente la otra frase escrita inmediatamente debajo de la primera y se acomoda la muñequera para cubrirlas, no importa si no hay nadie alrededor que pueda verlo, el simple hecho de exponerlas ya se siente extraño.
Ha estado escondiéndose durante once años, no va a cambiar ahora.
Comienza a calentar aún con la música sonando a un volumen moderado de fondo y gira hacia la puerta cuando el pensamiento de que alguien podría entrar gana fuerza, sin embargo, no ocurre. Ni siquiera puede ver a nadie en los pasillos, mucho menos alguna persona acercándose.
Suelta un largo suspiro cuando la canción cambia, no la reconoce, pero el hecho de que haya música es más que suficiente.
Permanece quieta algunos segundos antes comenzar a bailar libremente, no se preocupa por seguir una coreografía o tener algún tipo de orden.
Los movimientos pierden fluidez y su respiración se vuelve errática, a veces utilizando más fuerza de la que normalmente ocuparía. Sigue saltando y girando en un desorden que no está segura de que tenga algún tipo de sentido, pero, aunque sus músculos arden y sus pulmones siguen pidiendo aire, no se detiene, ni tampoco lo hacen los pensamientos, aunque en algún punto el ruido de la música se vuelve suficiente para ahogarlos.
Al menos hasta que abre los ojos y su rostro sonrojado no es lo único que refleja el espejo.
—¡Mierda!
Cae de rodillas y no de una forma que le permita distribuir bien su peso, no estaba preparada para caer y suelta un quejido cuando el dolor le atraviesa el cuerpo.
—¡Lo siento, Ryujin, lo siento! No quería asustarte. —Eso es probablemente lo más alto que la ha escuchado hablar hasta ahora, voltea a verla y no puede evitar hacer una pequeña mueca.
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Soulmates • ITZY
Hayran KurguRyujin de alguna forma se las ha arreglado para reunir, al menos, dos parejas de almas gemelas antes de siquiera haber encontrado la suya. Pero por más que observa las palabras que tiene grabadas en la muñeca no puede entender la razón para tener do...