Capituló Dos: Poemas 🖋️📜

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Solo se sentía decepcionado de sí mismo.

De no cumplir con sus propias expectativas.

De no poder hacer lo que un adulto responsable haría.

Por confiar en alguien a ciegas, a pesar de las múltiples advertencias que le dieron amigos y familia.

Ahora sus bebés eran los que sufrían las consecuencias de su ineptitud como madre.

Era un fracaso.

Habían pasado un mes desde que vivían en las calles.

La primera semana se la pasaron en hoteles de mal a muerte, sucios y descuidados.

Porque era lo único que podía pagar, además de la comida y gastos necesarios.

Pero sus pocos ahorros se acabaron y tuvieron que vivir en la calle para pedir dinero para vivir.

Aunque sus cachorros aún eran muy pequeños para comprender lo que pasaba, no se quejaban al menos que fuera porque no aguantaban más.

Tenía que preocuparse que sus niños no se enfermaran por el frío invierno que azotada la ciudad y no pasaran hambre, pero le era difícil cuando en su vientre cargaba con su tercer cachorro.

Le preocupaba de sobre manera el mañana, ¿que pasaría cuando su bebé naciera?.

¿Donde daría a luz?, ¿y si se complicaba?, ¿donde dormiría?, ¿en la calle?.

¿Y si alguien se atrevía a hacerles algo?.

Por eso pasaba las noches en vela, asegurándose que no hubiera un maldito que se quisiera aprovechar de su situación.

Iban caminando por las frías calles, tenía en brazos a una pequeña Eri de dos años y en su mano caminaba Kota de 6 años, además hace una semana cumplió los cinco meses de embarazo.

El estrés y la preocupación estaban acabado con el poco a poco.

Sentía que en cualquier momento colapsaría, pero no podía dejarse ganar, tenía que seguir para que sus bebés estuvieran bien.

En unas cuadras más llegarían al comedor público donde la gente menos favorecida iba a comer allí.

Pero tenían que darse prisa antes de que la comida se acabara.

-Mami ya me siento cansado- Kota dejo de caminar mientras soltaba la mano de su mamá.

Había aguantado lo que pudo pero al ser muy pequeño se cansaba con facilidad, y aún más sin nada en su estómago.

Kota hizo un puchero y sus ojitos se llenaron de lágrimas.

Izuku solo pudo sentarse en la piso aún con Eri en brazos y acercó a Kota -está bien descansemos un poco y después seguimos ¿si?- con su mano quito las lagrimitas que caían por las mejillas de sus bebé.

Sabía que sus cachorros estaban en su límite, y para ser sincero el también lo estaba.

Estaban cerca de una gran plaza donde familias salían con grandes bolsas de compras.

Pronto sería navidad así que todos se apresuraba para tener todo listo para pasar esa noche especial con su familia.

Los tres miraban como la gente iba de un lado a otro comprando y riendo entre ellos.

Mientras que ellos ni siquiera sabían si comerían mañana.

En lo que miraban a la gente pasar unos pasos se escucharon cerca de donde estaban ellos.

-Unas monedas por favor- extendió su mano con esperanza pero lo que escuchó le heló la sangre.

-¿Deku?- una voz rasposa y gruesa resonó en sus oídos.

El Arte Del Cortejo (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora