El fío todavía se resiste a irse de la ciudad, dentro de su habitación en la base, Horacio encuentra un refugio de este, aunque su mente sigue divagando por escenarios nevados.
Su mente es una mezcla de diversas cosas, fragmentos de varios pensamientos sin relación entre ellos, pasan como una película en su cabeza, y él no es capaz de detener la proyección.
Piensa, en primer lugar, en Volkov, y una sonrisa disimulada se apodera de su rostro. Era indiscutible lo mucho que Volkov le gustaba, pero dudaba que, al final, las cosas resultaran de esa manera. Han pasado varios días desde aquel primer beso, resultando ser el primero de muchos más. Cuando el mundo está contra la espada y la pared, cuando el reloj de arena susurra al oído que no queda tiempo, cada día se vive el doble, así, aunque ninguno de los dos le haya puesto el nombre a su relación, la intensidad con la que la viven supera al miedo de que llegue el día del fin. Está convencido de que la conexión que tiene con Volkov es algo que no ha sentido nunca, siente que ha encontrado un remanso de paz en todo este caos.
Está en su habitación, sentado en la silla frente al escritorio, terminando de revisar algunos documentos, porque, muy a su pesar, la vida no puede ser idílica por más que lo deseen, mucho menos ahora. Revisa todos los informes que tanto él como Volkov redactaron, y las diferentes propuestas de ataque al núcleo. Horacio no está convencido de cómo se está planteando la operación, tanto Greco como el resto de superiores han decidido hacer caso omiso a los avisos de Horacio sobre la evolución de los Locust y su inteligencia, aseguran que no tienen tiempo para estudiarlo, necesitan atacar ya. El asalto está previsto para dentro de una semana, los grupos y soldados se organizan mientras, así como el equipamiento. El grupo de Horacio y Volkov será el que entre al núcleo, mientras el resto hace salir al mayor número de Locust posible. En cualquier otra circunstancia, habría sido un buen plan, pero ahora, no está seguro con qué se van a encontrar.
Según lo que se sabe, dentro del nido hay un corazón, un núcleo del que se siguen reproduciendo los Locust una y otra vez, es ahí donde deben atacar. Sin embargo, si ahora son inteligentes, si ahora son capaces de discernir del grupo, e incluso capaces de marcar a los que se rebelan ¿No serán conscientes también de la importancia de su núcleo? Si su instinto primitivo les hacía ser protectores, ahora, no duda que estarán mucho más alerta.
Sus pensamientos son interrumpidos cuando escucha unos golpes en la puerta, se sobresalta al escucharlos, porque a estas horas de la noche, no debería haber nadie despierto más que los guardias. Se levanta y camina por la pequeña habitación hasta abrir la puerta, encontrando tras ella a Volkov, con el rostro escondido tras la máscara. Sonríe al verle, y todas sus preocupaciones pasan a un segundo plano.
—Volkov ¿Qué haces por aquí?—pregunta, buscando sus ojos azules tras esa máscara.—Creía que tenías guardia en la muralla sur.
—Tenía, pero la he podido cambiar... venía a... a traerte esto.—explica a la vez que le entrega una bandeja de plástico cerrada con una tapa, donde suelen servir la comida que los soldados se llevan en exploraciones largas.—Has estado con los papeles de la operación todo el día... Suponía que no habrías cenado.
Horacio parpadea varias veces al darse cuenta de que tiene razón, se ha olvidado por completo de probar bocado al haber estado tan inmerso en sus propias preocupaciones. Siente que se ruboriza ligeramente, porque no está acostumbrado a que sus relaciones tengan esos detalles con él. No ha tenido muchas relaciones serias, de hecho, la última que tuvo terminó de forma desastrosa, aunque con el tiempo lo agradeció, Dexter no era el tipo de persona que él idealizaba.
—Gracias... ¿Te has colado en la cocina por mí?—pregunta con esa sonrisa juguetona que siempre aparece con Volkov.
El ruso se rasca la nuca, lo hace cuando está nervioso o avergonzado, o, como en este caso, ambas cosas a la vez.
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Smoke and mirrors
FanfictionEl teniente Vikor Volkov dedica su vida a combatir la mayor amenaza a la que se ha enfrentado la humanidad, sin embargo, la llegada de un nuevo recluta, el sargento Horacio Pérez, dará un nuevo enfoque a su vida.