Cap 26

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Jungkook camino hasta su habitación, cada uno se encontraba en su cama mirando el espacio vacío a su lado que podía llenar el otro, Lisa no podía explicarse como alguien podía actuar de esa manera y llamarse honorable, Jungkook era tan terco; pensó ¿Por qué se enamoró de él?, quizás todo esto era una equivocación, había tomado una mala decisión la cual ya no podía componer.

Jungkook tampoco podía entender como alguien como ella podía haberse enamorado de él, deseaba correr hasta su habitación, meterla en su cama y hacerla suya esta noche, pero sabía que no podía. No confundiría más las cosas, ella debía acostumbrarse a la vida que eligió.

Una lagrima salió por el ojo de la princesa traspasando el puente de su nariz para caer en su cama, pero se mantendría firme en su decisión, se había casado con Jungkook no solo por liberarse de la reina o el castillo, sino porque lo amaba, ¿Qué se suponía que debía hacer una esposa ahora?, ¿debía seducirlo otra vez?, ¿debía meterse en su cama de nuevo?, pero esta vez era diferente, ella tenía derecho, él le pertenecía, no podía negarse a ella.

 Pero como podía hacerlo cuando ella no era suficiente para él, no solo se trataba de estar en su lecho, ella de verdad quería estar para él, sufrir con él, reír con él.

Jungkook le había dejado en claro tres cosas esa noche, una ella no estaría en su lecho por mucho tiempo, no deseaba tener un heredero y ella no significaba nada para él, o eso sentía. ¿La había engañado esa noche en la oficina de la casa de su hermano?, él le había confesado su amor, pero ahora era como si sus palabras no valieran nada, lo odiaba, no sabía si era posible amar y odiar al mismo tiempo, pero era la única explicación a lo que sentía.

El duque por otro lado se debatía entre si ser feliz con ella o simplemente seguir encerrado como hasta ahora lo ha hecho.

Si aceptaba ser feliz con ella debía aprender a como serlo, felicidad no existía en su diccionario, pero la realidad era que tenía miedo de perderla a ella, así como sus padres lo hicieron, si la vida se encargaba de arrebatarle todo lo que amaba, él la amaba.

Habían transcurrido cuatro meses desde que Lisa y el duque se habían unido en matrimonio, el duque había inventado mil y una excusa por lo cual estar lejos de la princesa, desde semanas de cacería, competencias de caballos lejos de Harewood, deberes de un duque y por si fuera poco ir a las costas de Inglaterra para buscar semillas para la siembra; La princesa había aprovechado su ausencia para conocer el territorio de Harewood, sabía que como princesa nunca iba a tener la oportunidad de conocer a su pueblo, pero ahora que era duquesa debía estar al pendiente de las necesidades de un territorio.

Jungkook había dejado a su mayordomo a cargo de la seguridad de la princesa y este le mantenía informado de sus movimientos. La princesa salía continuamente de la mansión Harewood, se había encargado perfectamente de su casa y estaba manejando al personal tan bien que muchos querían trabajar para ellos. El duque tenía su territorio ordenado perfectamente y eran de los muy pocos pueblos en tener un sistema de organización tan sostenible. Todos en Harewood conocían cuál era su rol y cada uno lo cumplía. Jungkook no era de los duques que solía estar permanentemente en su territorio por ello debía delegar funciones a familias que desde que su padre gobernaba sobre ellos había seleccionado previamente, para cumplir con funciones y contribuir al bienestar de Harewood.

El duque no solo estaba inventado excusas para no ver a su esposa, sino que debía investigar algunos asuntos sobre la reina, después de la última conversación que sostuvo con ella, muchas dudas se instalaron en su cabeza y solo una persona en todo Londres sería capaz de responder, <<Lady Choi>>, pero pospondría su visita a la casa de la viuda Choi luego de que se realizará el baile en la casa Harper's.

—Alteza—, anunciaba unas de las criadas de la casa Harewood entrando al salón de pintura de la princesa.

Lisa había destinado unos de los salones de su nueva casa para convertirlo en su galería de artes, el hecho de que se haya casado no significaba que abandonaría sus aficiones.
—¿Si, Genoveva? —, respondió la princesa sosteniendo su paleta mientras pintaba.
—Ha llegado el duque—, anunció sin más.
—¿Ha solicitado el duque mi presencia? —, indagó la princesa esperanzada mientras seguía pintando
— No, alteza—, contestó la criada bajando su mirada.
—De acuerdo, puedes retirarte—, solicitó la princesa.

Lisa escucho la puerta cerrarse al mismo tiempo que soltaba su paleta bruscamente sobre la mesa de las pinturas. Se quedo un rato parada en frente del cuadro que estaba pintando, mirando a la nada. Ya no sabía que hacer, vivir en el castillo era probar una orza de miel en comparación a la achicoria que estaba viviendo.

La princesa estaba sumergida en sus pensamientos cuando sintió la puerta abrirse, sabía que no era Genoveva su criada, ni las amas de llaves, ni sus damas personales, todas ellas de acciones lentas y suaves, solo Jungkook podía abrir una puerta con tanta fiereza y seguridad, hasta en eso lo conocía, se odiaba a sí misma por diferencias su forma de actuar de los demás.

De los cuatros meses casados solo los primeros dos había visto a su esposo, Jungkook se había marchado hace dos meses con excusas de buscar semillas en las costas y extender sus comercios a otras zonas.

No podía decir que no le importaba, sentía una gran furia dentro, pero no podía mentirse de esa manera, lo extrañaba.

Se mantuvo todo el tiempo de espalda a él, mientras sus pasos hacían eco en el salón, la princesa no quería verlo, no podía, sabía que si lo hacía se rompería, así que cuando escucho sus pasos detenerse detrás de ella, se dio la vuelta pasando por su lado para marcharse.

Jungkook extendió su brazo agarrándola luego de cruzar por su lado, pero ella ejerció presión liberándose de sus manos para salir de allí.

El duque en ese momento reconoció el daño que le estaba provocando, sintió su cuerpo rabiar de ira provocando que levantara la mesa de las pinturas arrojándola a un lado con fuerza viendo cada pintura derramarse sobre el piso del salón, agarro su cabello con frustración por un momento, pero al instante vio a una criada llegar asustada al salón, quizás por el estruendo de la mesa contra el piso al caer.

—Limpiar esto por favor y que repongan todas las pinturas nuevamente—, ordeno saliendo de allí.

—Limpiar esto por favor y que repongan todas las pinturas nuevamente—, ordeno saliendo de allí

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EN TÚ CORAZÓN.  (Liskook/lizkook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora