Antes de enterarse de lo que sucedía en la zona de guerra contra los antis, parecía que habían prohibido que cualquier información llegara a sus oídos durante su extensa rehabilitación para evitar dañar aún más su rodilla. Incluso lo hacían practicar en una piscina para controlar su respiración debido a su pulmón.
Con el paso del tiempo, James se sentía un poco renovado. Había visto a Steve pocas veces, pero sabía que había problemas más grandes en el área burocrática relacionados con los rehenes. Esa fue la última información que había escuchado. Además, recordaba cómo habían irrumpido en su habitación esa tarde, con un golpe fuerte cuando Martha había dado su aprobación a su recuperación.
—Realmente la muerte te aborrece —dijo.
—Soldado Barnes —escuchó una voz autoritaria en la puerta, el jefe de su jefe. James se levantó y lo saludó, esperando a que entrara por completo—. Posición de descanso, soldado.
—Se supone que dentro de las habitaciones se permite ser un poco más flexible —masculló el médico al salir de la habitación, sin importarle la mirada desconcertada del oficial. James mordió el interior de su mejilla para contener la risa. No quería ser reprendido de nuevo.
—¿En qué puedo ayudarle, coronel Phillips? —preguntó James mientras el hombre le entregaba un sobre. Sin entender del todo, lo abrió y al echar un vistazo rápido, comprendió su contenido—. ¿No cree que es demasiado pronto para darme de baja, coronel?
—Creo que has hecho lo suficiente por este ejército, soldado.
James frunció el ceño y suspiró. Detestaba por completo a ese hombre. Desde que fue ascendido, siempre había buscado una excusa para cambiarlo de escuadrón o deshacerse de él por completo. Y allí estaba, entregándole otra vez el sobre. Realmente Phillips no valoraba su vida si seguía buscando formas de deshacerse de él.
—No veo la firma de mi capitán a cargo.
—No es necesario —respondió Phillips con altivez. James apretó el puño detrás de su espalda. ¿Cómo sería verlo sin dientes? Le picaba la curiosidad.
—Tengo entendido que eso sería abuso de poder —agregó Toni desde la puerta, acercándose a Phillips con expresión desafiante, y frunciendo el ceño—. Creo que incluso un coronel debería hacer una reunión para discutir la baja de los soldados. Y no he escuchado nada al respecto.
—Señorita Stark...
—Por lo tanto, no entiendo su urgencia por deshacerse de este gran soldado. Teniendo en cuenta que es uno de los mejores del escuadrón de Steve.
James sonrió al ver cómo Toni no se detenía ante Phillips, cuya ira estaba a punto de estallar. Toni se cruzó de brazos frente al imponente hombre, alzando una ceja, esperando una respuesta concreta. El coronel suspiró y acarició su fea barba.
—La señorita Stark tiene razón. No puedo aceptar su solicitud. Hablaré con la coronel Carter para conocer su opinión —continuó James, notando cómo Phillips fruncía el ceño y la sonrisa de Toni se ensanchaba—. Gracias por su visita, coronel.
—No era tan deseado —recalcó en voz alta, mientras el hombre salía dando pasos firmes—. Barnes, tienes muy mala suerte si tienes a ese hombre pisándote los talones. Si Steve se entera de esto, olvidará toda la ética que mantiene.
—Steve solo es justo... De todas formas, ¿qué te trae por aquí? —preguntó James.
—¡Cierto! No se lo digas a Steve, pero ambos vendrán a llevarte de vuelta al entrenamiento como excusa. Howard está exigiendo demasiado y te necesita como uno de sus soldados —dijo Toni, sentándose en la camilla con frustración. James podía entenderla en cierta medida. Cuando a Howard se le ocurría algo, nadie podía detenerlo, especialmente si tenía permiso de una autoridad superior. Dos toques y no pudo evitar sonreír al ver a Steve entrar con una expresión seria que se transformó en confusión al alternar su mirada entre ambos.
—¿Toni? ¿Qué haces aquí? —preguntó Steve.
—Visita clandestina —respondió ella encogiéndose de hombros, mientras Steve negaba y acariciaba su cabello, hasta despeinarla—. ¡No soy una niña, Steve!
—Te estás comportando como una. Deberías sentarte en el sillón, no aquí, ¿verdad, Bucky? —dijo Steve, y James levantó las manos a la altura de los hombros, fingiendo inocencia.
—Eres un idiota descerebrado cuando quieres —respondió ella.
—¿Cómo está tu herida? —preguntó Steve.
—Solo necesitan quitarme los puntos, por eso estoy aquí ——respondió Toni cruzando los brazos y poniendo un puchero—. Y aproveché para ver a mi salvador. ¿Qué pasa? ¿No puedo?
Steve volvió la mirada hacia James, sin que todavía entendiera de qué iba la conversación. Vi cómo su mejor amigo se acercaba a su ahijada, quizás tratando de hacerle entender que ese no era su lugar. Negó para sí mismo, observando cómo la mirada decidida, aunque un poco más brillante, volvía al rostro de Toni. Se levantó del sillón y golpeó el hombro de Steve.
—Este no es un lugar para una mujer, Toni.
—Confirmo que eres un idiota descerebrado. No me hables de nuevo, Capitán Rogers —dijo ella mientras salía y cerraba la puerta de un portazo.
—¿En serio le dijiste eso? La coronel Carter, la Capitán Romanoff, incluso María Hill...
—Lo sé, pero María quiere que Toni regrese a casa y Howard no está siendo de ayuda. Quieren apartarla —explicó Steve, frustrado, mientras se sentaba en la cama.
—¿Por la herida? —Steve asintió.
—Por ahora, debes saber que pronto tendremos que salir de nuevo. Los antis representan una amenaza para la catedral y Peggy cree que podrían intentar matar al líder —informó.
—Eso no significa que no debas disculparte con Toni.
—Ese es el problema... ella también va a venir.
—¿Qué? —exclamó James, sorprendido—. ¿Toni también viene?
Steve asintió solemnemente, dejando que la noticia se asentara en su mente. Y fue más comprensible que Steve estuviera preocupado. Habían pasado por tantas misiones peligrosas juntos, y tener a Toni en el campo de batalla por segunda vez añadía una capa adicional de preocupación.
—Sabes que no puedo dejar que se arriesgue así —dijo Steve con determinación—. Hablaré con Peggy y Howard para encontrar una solución. Toni necesita estar a salvo, o mejor no salir de casa.
James lo admiraba por su preocupación y protección hacia Toni, pero también sabía que ella no era alguien que se dejara alejar fácilmente. Era una mujer fuerte, valiente y decidida. Si se le metía algo en la cabeza, sería difícil hacerla cambiar de opinión, algo que habia sacado de su padre. Era un idiota si creía que ella se quedaría quieta.
—Steve, entiendo tu preocupación, pero también conoces más a Toni que yo —respondió con calma—. Siempre dices que ella es determinada y si le quitas esta oportunidad de demostrar su valía, solo aumentarás su ira. Creo que sería mejor que hables con ella y le expliques tus preocupaciones. Tal vez puedan llegar a un acuerdo que satisfaga a ambos. Te recuerdo que ella quiere ser mejor que tú, lo dijiste antes.
Steve suspiró, reconociendo la verdad en sus palabras. Sabía que no podía mantener a Toni completamente alejada de la acción, especialmente si ella estaba decidida a estar allí. A regañadientes, asintió.
—Tienes razón, Bucky. Hablaré con ella. Pero tu la vigilarás, ¿de acuerdo?
Le ofreció una sonrisa tranquilizadora y James asintió.
—Prometo que esta vez no saldrá herida. Cuidaré de Toni como si fuera mi propia hermana.
Con esa promesa en el aire, Steve pareció satisfecho con la respuesta, en ningún momento mencionó sobre Phillips. Su recuperación era buena, y al día siguiente podría hacer de las suyas, aunque no seguía tan listo como para ver a María.
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El tiempo de un mortal; WinterIron
Historia CortaSometido bajo el mundo que tanto odia, al que esta resignado a vivir. Ella también vive ¿Por qué no acaba con el sufrimiento de aquella chica? Cuando es ella quien busca de una salida fácil, a sabiendas que él puede dársela. pero... ¿Podrá hacerlo? ...